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viernes, 27 de abril de 2012

Vivir sin Comer: ¿Vivir del Sol?


¿Vivir del Sol?
 


Tiende a creerse que el cuerpo humano no puede resistir sin comer y, sobre todo, sin beber durante mucho tiempo.

De hecho, solo parece posible sobrevivir en esas condiciones durante escasas semanas. Sin embargo, se conocen bastantes casos de anacoretas y santos que se mantuvieron vivos durante décadas sin comer ni beber.

A este fenómeno místico tan sorprendente se lo ha denominado “Inedia”, término que procede del latín y que significa abstinencia más o menos prolongada de alimentos.

Anorexia mística


Las proezas de algunos anacoretas de los primeros siglos del cristianismo palidecen ante algunos místicos cristianos que vivieron muchos años en inedia total. Curiosamente, la mayoría de los casos más impresionantes se han observado en mujeres.

Sin duda, según hace notar el filósofo Aimé Michel, que ha examinado con todo rigor este fenómeno, “en todos los casos(…) siempre parece que la enferma – si hubo enfermedad – estuvo sometida a una dura prueba moral o tiene algún motivo para estar obsesionada por una idea dolorosa (…).

Si recordamos que el misticismo consiste en afrontar el dolor deliberadamente, es de esperar que en las vidas de los santos se observen con frecuencia estos ayunos”.
Citaremos solo algunos de los muchos casos recogidos en las fuentes hagiográficas:

Catalina de Siena (8 años de inedia), Catalina de Raconizzio (10 años), Rosa María Andriani (28 años), Luisa Lateau (14 años), Angela de Foligno (12 años), Lidwina de Schiedham (28 años), Domenica del Paradiso (20 años), Isabel von Reute (15 años), Nicolás de Flüe (19 años).
Veamos algunos ejemplos destacados

La santa Catalina de Génova. En el texto Vita e Dottrina di Santa Caterina da Genova (1551) se habla de sus “grandes ayunos”, que duraron desde 1476 hasta 1499.

Se detalla que durante tres cuaresmas y el mismo número de advientos no ingirió ningún alimento sólido. Solo bebía ocasionalmente un vaso de agua mezclado con sal y vinagre.
Catalina de Génova

Junto a los citados santos de épocas pasadas, en tiempos más recientes debemos situar a la mística alemana Therese Neumann, cuyos espectaculares estigmas, dotes de clarividencia y sanación también palidecen comparados con su grado de supervivencia en inedia absoluta.

Al parecer, tuvo una visión en 1927 en la cual se le comunicaba que nunca más tendría necesidad de alimentos terrenos. Desde entonces dejó de comer y de beber.

Lo sorprendente es que, a pesar de ello, no solo no perdió peso, sino que siguió viviendo con relativa normalidad.

Al igual que los otros fenómenos físicos que protagonizó, su inedia fue estudiada por doctores y padres de la iglesia. El obispo de Regensburg pidió al progenitor de Therese que aceptara en su hogar una comisión para que comprobara la naturaleza de aquel ayuno tan prolongado.

El señor Neuman accedió y durante dos semanas cuatro monjas permanecieron en su casa observándola constantemente.

En ningún momento la dejaban a solas y hasta medían el agua que empleaba para lavarse los dientes con el fin de verificar que no se la tragaba. Therese no solo superó la prueba con éxito, sino que sobrevivió sin comer ni beber durante 35 años.

Así lo expuso en 1967 Johannes Steiner en una biografía sobre Neumann: excepto la hostia y el vino consagrados de la comunión, ningún otro alimento ni bebida rozaron sus labios. Muchos experimentos realizados por diferentes médicos lo confirmaron. Al parecer, dejó de hacer deposiciones después de 1930 y su tracto intestinal literalmente se secó.

Así y todo, siguió llevando una vida relativamente activa, al menos desde un punto de vista psíquico, ya que tuvo visiones hasta su muerte en 1962.
Therese Neumann

Sobre la inedia como fenómeno sobrenatural, es decir, cuando se observa una prolongada supervivencia en una persona tras una abstinencia absoluta de muchos años, se ciernen todavía una serie de interrogantes sin resolver: ¿Se trata realmente de un prodigio?

El fenómeno se ha observado también en místicos de otras religiones y no por ello se le atribuye un carácter sobrenatural.

En el hinduismo en concreto, más parece un fenómeno natural que divino. Un ejemplo notable que supera sobradamente al de Therese Neumann lo tenemos en la mística hindú Giri Bala. Según describe

Paramahansa Yogananda
en su Autobiografía de un yogui, tras una visita que le hizo cuando ella tenía 68 años, Bala no había probado ningún alimento sólido ni líquido durante 56 años, es decir, desde que tenía 12 años: “Madre, ¿de qué sirve que te singularices viviendo así, sin alimento?”, le preguntó en voz baja Yogananda.

Bala respondió: “Para demostrar que el hombre es espíritu, para demostrar que por el camino hacia Dios el hombre puede aprender a vivir de luz divina y no de alimentos”.
Giri Bala
¿Sentía alguna aversión Giri Bala a los alimentos? 

Es probable, pero acaso no tanta como han experimentado algunas místicas occidentales. Veamos el caso de la tirolesa Domenica Lazzari.

Todos los doctores que la estudiaron confirmaron que no comía. Así lo expusieron Lord Shrewsbury en sus Letters of the Earl of Shrewsbury (1847) y el Doctor Dei Cloche, del hospital de Trento, que analizó a la mística durante dos años y publicó los resultados de sus observaciones en los Annali Universali di Medicina (1837).

Dei Cloche
cuenta que un día consiguió convencer a Domenica de que se dejara en la lengua un terrón de azúcar; pero esta sufrió una crisis de vómitos y convulsiones que le duró veinte minutos. Al parecer, también se desvanecía cuando olía el pan tostado y su rostro de contorsionaba dolorosamente.

Antecedentes similares se encuentran en la beata María d´Oignies, que tampoco soportaba dicho olor; según cuenta el cardenal Jacques de Vitry: “Durante su enfermedad no podía tomar absolutamente nada, ni soportar el olor a pan (…).

Un día, tratamos de darle un pedazo de pan sin consagrar, pero volvió la cara al instante, horrorizada por el olor del pan. Una corteza le rozó los dientes y fueron tan grandes el dolor y el malestar que se puso a gritar, a vomitar y a escupir, a jadear y a llorar como si fuera a estallarle el pecho”.

La anorexia es una grave enfermedad de los tiempos modernos fomentada por la Hermandad Babilónica.

Este tipo de aversión al alimento se observa igualmente en las jóvenes anoréxicas no religiosas de nuestro tiempo, pero aunque estas poseen muchos rasgos comunes con las citadas místicas, en las últimas parece ser más una facultad que una capacidad, pues son capaces de elevarse cuando se alimentan de Dios.

El ejemplo de Catalina de Siena es magnífico, ya que se contentaba solo con tomar la comunión, según cuenta R. Fawtier en su obra Sainte Catherine de Sienne (1921): “Este alimento celestial no solo mantenía su alma, sino también su cuerpo.

Por ello ya no volvió a necesitar alimentos corrientes y todas las tentativas que hacía por consumirlos eran seguidas de grandes sufrimientos”. Tales sufrimientos – si bien “dulces” – aparecen confirmados también en una carta que la santa envió a Raimundo de Capua: “Mi cuerpo subsiste sin alimento alguno, ni siquiera una gota de agua.

Estos dulces sufrimientos son muy grandes, nunca sentí nada parecido”. Vivió aproximadamente 8 años sin ingerir alimento de ningún tipo.
Catalina de Siena

Probablemente estas santas alcanzaron el mismo grado de éxtasis y elevación espiritual que los místicos hindúes, pero tal vez no poseían el mismo dominio de las prácticas y procesos naturales que los permitían identificarse con la divinidad sin tantos sufrimientos.
Sadhu Beard

En el ascetismo hindú, la supervivencia del cuerpo tras períodos muy prolongados de inedia no se atribuye a factores sobrenaturales, sino que se considera normal.

Lo explican por la adquisición de cierto control del quinto Chakra, el Vishuddha, situado en el hueco de la garganta y en el interior de las vértebras que le corresponden, según se explica en los Yoga Sutras, de Patanjali.

Los místicos hindúes llevaban milenios practicando ayunos de estas características cuando los santos católicos los descubrieron. Para el asceta hindú – como para todo el mundo – lo importante es respirar. por eso pueden vivir sin comer ni beber por medio de prácticas y procesos naturales, pero nunca dejan de respirar, aunque sea bajo mínimos.

La mística cristiana Ángela de Foligno, muerta en el 1309, vivió durante 12 años en exactas condiciones. Santa Livinia de Schiedman (1380-1433) no probó alimento durante nada menos que 28 años.

La bienaventurada Rosa María Andriani (fallecida en 1845) también sobrevivió a la experiencia de la inedia durante 27 añosElizabeth de Reute, otra mística católica, vivió como si nada durante 15 años en los cuales no ingirió ningún sólido ni líquido.
 
Elizabeth de Reute

Y los casos siguen, todos ellos examinados y controlados minuciosamente por las autoridades civiles y eclesiásticas de cada época.

Ninguno de ellos explicado de manera alguna.
Sigamos. Los magistrados del gobierno y de la iglesia francesa de fines de siglo XV firman un documento que manifiesta de manera textual: “ Hacemos saber a todos y a cada uno que Nicolás de Flue, habiendo abandonado a su padre, a su madre, a su mujer y a sus hijos, se retiró a un desierto llamado Raust, en el cual se ha conservado por la gracia de Dios sin comer ni beber durante 18 años y viviendo todavía sanamente en el momento en que esto se escribe y gozando de plena razón; de todo lo cual damos testimonio como lo hemos visto y sabiendo que es verdad”.

Nicolás de Flue, luego de esta comprobación y este documento, permaneció aún 2 años más en el desierto (en el que no había de dónde sacar alimento o agua) reintegrándose luego, a su vida anterior.
Nicolás de Flue

El Papa Inocencio VII hizo controlar estrictamente el ayuno total de la mística Colombe de Rietti durante, nada más ni nada menos, 20 años.

Luego hay infinidad de casos de personas –todos ellos místicos- que practicaron la inedia varios meses. Si los comparamos con los ejemplos anteriores, parece muy poco, pero razones biológicas indican, obviamente, que no lo es. Se supone que semejantes ayunos son simplemente imposibles. Y, sin embargo, todos están debidamente documentados.

El caso más reciente es el del indio Prahlad Jani, pues según dice ha pasado 70 años sin ingerir alimentos ni beber agua. Este es uno de los casos tratados en el documental “Vivir de la luz”
Prahlad Jani

Sin embargo, la “Defence Research Development Organisation” (DRDO) de la India tenía sus dudas y lo estudió durante 15 días para comprobar si sus funciones fisiológicas no se veían afectadas por este peculiar estilo de vida.

“Todavía no sabemos cómo sobrevive”, afirmó el neurólogo Sudhir Shah
, miembro del equipo que trabajó en el experimento. Su organismo no se vio afectado tras estos 15 días, y los resultados de los tests de enzimas, hormonas, genes y metabolismo energético fueron normales.

 Jani, de 83 años, volvió a su pueblo en Ambaji, cerca de Gujarat, donde lleva a cabo una rutina de yoga y meditación.

La Inedia está relacionada también con los Biofotones.

Esto es algo que podrán observar y conocer mas a fondo en nuestro próximo post con el documental “La Matriz de la vida”

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