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domingo, 11 de mayo de 2014

Los Secretos para el Éxito y la Paz Interior...

Secretos para el Éxito y la Paz Interior Wayne Dyer


SoulJourney

El Segundo Secreto


No Te Mueras Sin Haber Sacado Afuera Tu Música

El mundo en el que vives es un sistema inteligente, en el que cada parte se mueve de manera coordinada con todas las demás partículas en movimiento. Hay una fuerza universal que apoya y orquesta todo. Todo funciona de manera conjunta en perfecta armonía. Tú eres una de esas partículas en movimiento. Viniste en el cuerpo que habitas en el momento exacto. Tu cuerpo se irá de aquí con la misma precisión.

 Eres una pieza esencial de este complejo sistema. Y aquí estás, en este sistema inteligente que no tiene principio ni fin, en el que cada galaxia se mueve en armonía con todas las demás. ¡Debe existir una razón para que hayas aparecido!

Kahlil Gibran dijo, “Al nacer, ya llevas tu trabajo en tu corazón”. Así pues, ¿cuál es tu trabajo? ¿Cuál es tu propósito? ¿Lo estás viviendo de la manera en que tu corazón te insta a que lo hagas?

Escuchar a Tu Corazón

Tómate un momento ahora mismo y apunta con tu dedo hacia ti. Tu dedo está apuntando directamente hacia tu corazón. No a tu cerebro, sino a tu corazón. Esto es lo que tú eres. El constante latido de tu corazón, hacia adentro y hacia afuera, hacia afuera y hacia adentro, es un símbolo de tu conexión infinita con el latido omnipresente de Dios, la Inteligencia Universal.

Tu cerebro izquierdo calcula, soluciona cosas, analiza y te conduce a tomar las elecciones más lógicas para ti. ¡Él piensa, piensa y piensa! Tu cerebro derecho representa tu lado intuitivo. Es la parte de ti que va más allá de la razón y del análisis. Es esa parte de ti que siente cosas, que es sensible al amor, la que se emociona con lo que es importante para ti.

Tu cerebro derecho es el que nos permite emocionarnos hasta las lágrimas cuando tomas a tus hijos en brazos, o el que se baña en la belleza de un día glorioso. Tu cerebro izquierdo puede analizarlo, mientras que tu cerebro derecho te permite sentirlo.

Elige una situación y pregúntate qué es más importante para ti, si lo que sabes o lo que sientes. Por lo general, dependerá de la situación y de las circunstancias en las que estés decidir de qué te ocuparás primero.

Tu inteligencia puede resolver exactamente cómo debes proceder cuando las cosas estén colapsando en una relación, o cuando tengas un impulso súbito, pero también hay otras veces en las que lo que sientes se impone a lo que sabes: cuando estás asustado o tienes miedo o te sientes solo; pero, por otra parte, si te sientes conmovido, enamorado y extasiado, esas serán las fuerzas que dominen el modo en el que actuarás.

A veces está bien usar tu cerebro derecho. Tu cerebro derecho siempre te guiará apasionadamente hacia tu propósito.

Escuchar a Tu Cerebro Derecho

Hay una presencia intuitiva invisible que siempre te acompaña. Yo me imagino esta presencia como una criaturita en pañales que se sienta sobre tu hombro derecho y te avisa cuando pierdes el sentido de tu propósito. Este pequeño compañero es tu propia muerte, que te mete prisa para que pongas en marcha aquello para lo que viniste aquí, porque tienes contados los días para conseguirlo, y cuando este viaje termine, tu cuerpo se marchará.

Tu compañero invisible te pinchará cuando pases otro día más haciendo algo que no sea parte de tu pasión en la vida y que te haya sido dictado cualquier otra persona.

Cuando te salgas de tu propósito, siempre lo sabrás gracias a que tus pensamientos se dirigirán hacia esa frustración tuya. Puede que no siempre actúes con arreglo a este saber, posiblemente porque tu cerebro izquierdo no reúna la valentía suficiente para apostar por lo que tu cerebro derecho sabe que es tu destino.

Tu intuitiva voz interior sigue presionándote para que toques la música que escuchas, para que no te mueras con ella adentro. Pero tu cerebro izquierdo dice: “Un momento. Sé cuidadoso, no te arriesgues, podrías fracasar, podrías decepcionar a todos los que tienen un punto de vista diferente acerca de lo que deberías estar haciendo”. Entonces, el compañero invisible de tu cerebro derecho (tu muerte) te hablará aún más alto. El volumen irá subiendo, intentando obligarte a que sigas tu sueño.

Hasta que, al final, escuchar exclusivamente a tu cerebro izquierdo te convierta en un impostor, o en algo aún peor, en un autómata que se levanta cada mañana con el rebaño para trabajar en lo que le da dinero y que paga sus facturas, para regresar después a casa y seguir haciendo lo mismo al día siguiente, y así una y otra vez, con la misma canción implícita, de sobras conocida.

Entre tanto, la música que hay en tu interior se irá marchitando hasta que llegue al punto de ser inaudible. Pero tu permanente e invisible compañero siempre escuchará la música y seguirá dándote golpecitos en el hombro.

Este esfuerzo por llamar tu atención puede tomar la forma de una úlcera, o de un fuego que queme tu resistencia, o que te despidan de un trabajo serio, o que tengas cualquier accidente que te haga doblar la rodilla. Generalmente, esos accidentes, enfermedades y formas de mala suerte terminan por atraer tu atención. Pero no siempre. Algunas personas terminan como Ivan Ilyich, el personaje de Tolstoy  que se angustiaba en su lecho de muerte diciendo: “¿Y qué pasa ahora si toda mi vida he estado equivocado?” Debo decir que es una escena escalofriante.

No tienes porqué elegir ese destino. Escucha a tu compañero invisible, expresa la música que oyes e ignora lo que cualquiera de las personas que te rodee piense que deberías estar haciendo.

Como expresó Thoreau: “Si un hombre no está en paz con sus compañeros, quizás sea porque escucha un tambor diferente. Dejen que baile al compás de la música que escuche, esté o no afinada”.

Prepárate para aceptar que los demás puedan decir que los has traicionado; pero no habrás traicionado a tu música, a tu propósito.

Escucha tu música, y haz lo que sabes que tienes que hacer para sentirte entero, para sentirte completo, y para sentir que estás cumpliendo con tu destino.

No tendrás paz si no dejas que esa música salga y suene. Deja que el mundo sepa porqué estás aquí, y hazlo con pasión.

Apasionarse Supone Arriesgarse

Puede que al final vivas una vida cómoda aunque no sigas tus instintos. Pagas tus facturas, cumples con todos los formalismos, y vives una vida de producción y de cumplimientos de acuerdo al manual. Pero ese manual lo escribió otro.

Percibes al pequeño que te dice: “Puede que esto parezca lo correcto, pero ¿se siente bien? ¿Estás haciendo lo que viniste a hacer aquí?” Para muchas personas, la respuesta es: “¿Cómo sabré cuál es mi heroica misión?”

Encontrarás tu pasión en lo que más te inspire. Y ¿qué significa la palabra “inspirar”? Deriva de las palabras “en espíritu”. Cuando estás inspirado, nunca te preguntas acerca de tu propósito. Lo estás viviendo. Para una de mis hijas, se trata de leer cosas acerca de caballos y andar en los establos.

Está en el cielo sobre un caballo, o aunque sólo sea limpiando un cobertizo lleno de estiércol. Otra hija mía solo se inspira cuando está cantando, tocando o escribiendo música.

Se siente así desde que tenía dos años. Para otra, lo que la hace sentirse alguien con propósito es su trabajo artístico y de diseño. Y para otra, es diseñar páginas de internet y crear programas informáticos para otros.

Para mí, es escribir, hablar y producir cosas que ayuden a la gente a tener confianza en sí mismos. Esta ha sido siempre mi pasión, desde que era muy jovencito.

¿Cuál es tu pasión? ¿Qué hace agitarse a tu alma y te hace sentirte en completa armonía con aquello para lo que principalmente viniste?

Ten esto por seguro: sea lo que sea, puedes construir tu vida haciéndolo y, simultáneamente, proporcionando a otros un servicio. Te lo garantizo.

La única cosa que puede apartarte de interpretar la música de tu corazón y de marchar al compás único que sientas dentro de ti es el miedo. Según “Un Curso de Milagros”, sólo hay dos emociones básicas: una es el miedo, la otra es el amor.

Tal vez temas la desaprobación de los demás. Arriésgate y descubrirás que se recibe más aprobación cuando no la buscas que cuando la buscas.

Tal vez sientas temor a lo desconocido. Arriésgate igual. Busca la respuesta, pregúntate: “¿Qué es lo peor que puede pasar si esto no funciona?” La verdad es que es algo superable.

No vas a ser condenado a muerte ni torturado si algo sale mal Tal vez tengas miedo al éxito. Tal vez hayas sido inducido a pensar que no eres adecuado o que eres un ser limitado.

 La única manera de enfrentar esas ridiculeces es perseguir aquello por lo que viniste aquí y dejar que el éxito te atrape, como de seguro lo hará. O tal vez sientas temor al mayor de los fracasos: tal vez temas al fracaso.

El Mito del Fracaso

Puede que esto te tome de sorpresa, pero el fracaso es una ilusión. Nadie fracasa en nada. Todo lo que haces produce un resultado. Si estás intentando aprender a atrapar una pelota y alguien te la tira y se te cae, no es que hayas fallado.

Sencillamente, se ha producido un resultado. La pregunta real es qué hacer con los resultados que produces.

¿Te vas llorando por haber fallado atrapando la pelota, o dices “Tírame otra” hasta que terminas por atraparlas? El fracaso es un juicio.

No es más que una opinión. Procede de tus miedos, que pueden ser eliminados con amor. Amor por ti mismo. Amor por lo que haces. Amor por los demás. Amor por tu planeta.

Cuando tienes amor dentro de ti, el miedo no puede sobrevivir. Reflexiona acerca del mensaje que hay en esta antigua sabiduría: “El miedo llamó a la puerta. El amor contestó, y no había nadie”.

Esa música que oyes en tu interior, urgiéndote a que asumas riesgos y persigas tus sueños es tu conexión intuitiva con el propósito que hay en tu corazón desde que naciste. Sé entusiasta en todo lo que hagas. Ten esa pasión, sabiendo que la palabra “entusiasmo” significa literalmente “El Dios (enthos) interior (iasm)”.

La pasión que sientes es Dios dentro de ti, que está picoteándote para que te arriesgues y seas la persona que eres.

Me he dado cuenta de que los riesgos que se perciben no son para nada tales riesgos, una vez que transciendes tus miedos y dejas que entren en ti el amor y el respeto por ti mismo.

Cuando produces un resultado del que los demás se ríen, a ti también te da la risa. Cuando te respetas a ti mismo, tropezar te permite reírte de ti mismo como tropezador ocasional.

Cuando te amas y te respetas a ti mismo, la desaprobación de alguien no es nada que haya que temer o evitar.

El poeta Rudyard Kipling declaró: “Si puedes alcanzar el triunfo y el desastre, y tratas a esos dos impostores por igual… Tuyo son el corazón y todo lo que hay en él”. La palabra clave aquí es “impostores”. No son reales. Sólo existen en la imaginación de la gente.

Sigue a tu cerebro derecho, escuchando cómo te sientes e interpretando tu propio y exclusivo estilo musical. No tienes que temer a nada ni a nadie, y no volverás a sentir jamás ese terror a estar yaciendo algún día en tu lecho de muerte diciendo: “¿Y qué pasa ahora si toda mi vida he estado equivocado?”.

El compañero invisible que está sobre tu hombro derecho te va a pinchar cada vez que te estés apartando de tu propósito.

Te va a obligar a que tomes conciencia de tu música. Así que escúchalo, y no te mueras sin haber sacado afuera tu música.

Dr. Wayne Dyer
www.WayneDyer.com

A continuación un enlace con un audio sobre este tema para escuchar y descargar.

http://www.ivoox.com/10-secretos-para-el-exito-la-audios-mp3_rf_489084_1.html

viernes, 9 de septiembre de 2011

Wayne Dyer: Pasos para vencer el dominio del ego...




Siete pasos para vencer el dominio del ego
(Sacado del libro "El poder de la intención" de Wayne Dyer)


He aquí siete recomendaciones para ayudarte a trascender esas arraigadas ideas de la vanidad. Todas ellas están destinadas a evitar que te identifiques en una clave falsa con el ego y la vanidad.


1. No te sientas ofendido.


La conducta de los demás no es razón para quedarte inmovilizado. Lo que te ofende sólo contribuye a debilitarte. Si buscas ocasiones para sentirte ofendido, las encontrarás cada dos por tres.

Es tu ego en plena acción, convenciéndote de que el mundo no debería ser como es. Pero puedes convertirte en degustador de la vida y corresponderte con el Espíritu universal de la Creación.

No puedes alcanzar la fuerza de la intención sintiéndote ofendido. Por supuesto, actúa para erradicar los horrores del mundo, que emanan de la identificación masiva con el ego, pero vive en paz.

Como nos recuerda A Course in Miracles [Curso de milagros]: «La paz es de Dios; quienes formáis parte de Dios no estáis a gusto salvo en su paz». Sentirse ofendido crea la misma energía destructiva que te ofendió y que lleva al ataque, al contraataque y a la guerra.


2. Libérate de la necesidad de ganar.


Al ego le encanta dividirnos entre ganadores y perdedores.

Empeñarte en ganar es un método infalible para evitar el contacto consciente con la intención. ¿Por qué? Porque, en última instancia, es imposible ganar todo el tiempo.

Siempre habrá alguien más rápido, más joven, más fuerte, más listo y con más suerte que tú, y siempre volverás a sentirte insignificante y despreciable.

Tú no eres tus victorias. Puede que te guste la competición y que te diviertas en un mundo en el que ganar lo es todo, pero no tienes por qué estar allí con tus pensamientos.

No existen perdedores en un mundo en el que todos compartimos la misma fuente de energía. Lo más que puedes decir es que en determinado día rendiste a cierto nivel en comparación con el nivel de otras personas ese mismo día.

Pero hoy es otro día, y hay que tener en cuenta otros competidores y otras circunstancias. Tú sigues siendo la presencia infinita en un cuerpo que es un día una década mayor. Olvídate de la necesidad de ganar no aceptando que lo opuesto de ganar es perder.

Ese es el miedo del ego. Si tu cuerpo no rinde para ganar ese día, sencillamente no importa, si no te identificas exclusivamente con tu ego.

Adopta el papel de observador, mira y disfrútalo todo sin necesitar ganar un trofeo. Vive en paz, correspóndete con la energía de la intención e, irónicamente, aunque apenas lo notes, en tu vida surgirán más victorias a medida que dejes de ir tras ellas.


3. Libérate de la necesidad de tener razón.



El ego es fuente de conflictos y disensiones porque te empuja a hacer que los demás se equivoquen. Cuando eres hostil, te has desconectado de la fuerza de la intención.

El Espíritu creativo es bondadoso, cariñoso y receptivo, y está libre de ira, resentimiento y amargura. Olvidarse de la necesidad de tener siempre razón en las discusiones y las relaciones es como decirle al ego: «No soy tu esclavo.

Quiero abrazar la bondad y rechazo tu necesidad de tener razón. Aún más; voy a ofrecerle a esta persona la posibilidad de que se sienta mejor diciéndole que tiene razón y darle las gracias por haberme encaminado hacia la verdad».

Cuando te olvidas de la necesidad de tener razón puedes fortalecer la conexión con la fuerza de la intención, pero ten en cuenta que el ego es un combatiente muy resuelto.

He visto personas dispuestas a morir antes que dejar de tener razón. He visto cómo acababan relaciones maravillosas por la necesidad de ciertas personas de llevar siempre la razón.

Te propongo que te olvides de esta necesidad impulsada por el ego parándote en medio de una discusión para preguntarte: «¿Qué quiero? ¿Ser feliz o tener razón?».

Cuando eliges el modo feliz, cariñoso y espiritual, se fortalece tu conexión con la intención. En última instancia, estos momentos expanden tu nueva conexión con la fuerza de la intención. La Fuente universal empezará a colaborar contigo en la creación de la vida que la intención quiere que lleves.


4. Libérate de la necesidad de ser superior.



La verdadera nobleza no tiene nada que ver con ser mejor que los demás. Se trata de ser mejor de lo que eras antes. Céntrate en tu crecimiento, con constante conciencia de que no hay nadie mejor que nadie en este planeta. Todos emanamos de la misma fuerza vital.

Todos tenemos la misión de cumplir la esencia para la que estamos destinados, y tenemos cuanto necesitamos para cumplir ese destino. Nada de esto es posible cuando te consideras superior a los demás. No por viejo es menos cierto este dicho: Todos somos iguales ante ios ojos de Dios.

Olvídate de la necesidad de sentirte superior al ver a Dios revelándose en todos. No valores a los demás basándote en su aspecto, sus logros, posesiones y otros baremos impuestos por el ego.

Cuando proyectas sentimientos de superioridad, eso es lo que te devuelven, y te lleva al resentimiento y en última instancia a sentimientos de hostilidad.

Estos sentimientos se convierten en el vehículo que te aleja de la intención. A Course in Miracles habla de esa necesidad de ser especial y superior: «El sentirse especial siempre establece comparaciones. Se produce por una carencia que se ve en el otro y que se mantiene buscando y no perdiendo de vista las carencias que puede percibir».


5. Libérate de la necesidad de tener más
.

El mantra del ego es más. Por mucho que logres o adquieras, tu ego insistirá en que no es suficiente.

Te verás luchando continuamente y eliminarás la posibilidad de alcanzar la meta, pero en realidad ya la has alcanzado, y es asunto tuyo decidir cómo utilizar el momento presente de tu vida.

Irónicamente, cuando dejas de necesitar más, parece como sí te llegara más de lo que deseas.

Como estás desapegado de esa necesidad, te resulta más fácil transmitírselo a los demás, porque te das cuenta de lo poco que necesitas para sentirte satisfecho y en paz.

La Fuente universal está satisfecha de sí misma, en continua expansión y creando nueva vida, sin intentar jamás aferrarse a sus creaciones por sus recursos egoístas. Crea y se desliga.

Cuando te desligas de la necesidad del ego de tener más, te unificas con la fuente. Creas, atraes lo que deseas hacia ti y te desligas, sin exigir que se te presente nada más.

Si valoras todo lo que surge, aprendes la gran lección que nos dio san Francisca de Asís: «... es dar cuando recibimos». Al permitir que la abundancia fluya hasta ti y a través de tí, estableces correspondencia con la Fuente y aseguras que esa energía siga fluyendo.


6. Libérate de la necesidad de identificarte con tus logros.


Puede resultar un concepto difícil si piensas que tú y tus logros sois lo mismo. Dios escribe toda la música, Dios canta todas las canciones, Dios construye todos los edificios.

Dios es la fuente de todos tus logros. Y ya oigo las protestas de tu ego, pero sigue sintonizado con esta idea.

Todo emana de la Fuente. ¡Tú y tu Fuente sois uno y lo mismo! No eres ese cuerpo y sus logros.

Eres el observador Fíjate en todo y agradece las capacidades que te han sido concedidas, la motivación para lograr cosas y las cosas que has acumulado, pero atribúyele todo el mérito a la fuerza de la intención que te dio la existencia y de la que formas parte materializada.

Cuanto menos necesites atribuirte el mérito de tus logros más conectado estarás con las siete caras de la intención, más libre serás de conseguir cosas, que te surgirán con más frecuencia.

Cuando te apegas a esos logros y crees que lo estás consiguiendo tú solo es cuando abandonas la paz y la gratitud de tu Fuente.


7. Libérate de tu fama.


La fama que tienes no está localizada en ti, sino en la mente de los demás y, por consiguiente, no ejerces ningún control sobre ella.

Si hablas con treinta personas, tendrás treinta famas distintas. Conectarse a la intención significa escuchar los dictados de tu corazón y actuar basándote en lo que tu voz interior te dice que es tu meta aquí.

Si te preocupas demasiado por cómo te van a percibir los demás, te habrás desconectado de la intención y permitido que te guíen las opiniones de los demás. Asi funciona el ego.

Es una ilusión que se alza entre ti y la Fuerza de la intención.


No hay nada que no puedas hacer, a menos que te desconectes de la fuerza y te convenzas de que tu meta consiste en demostrarles a los demás tu superioridad y autoridad y dediques tu energía a intentar ganar una fama extraordinaria entre el ego de los demás.

Haz lo que haces según la orientación de tu voz interior, siempre conectada con tu Fuente y agradecida a ella.

Mantén tu propósito, deslígate de los resultados y acepta la responsabilidad de lo que reside en tí: tu carácter. Deja que otros discutan sobre tu fama; no tiene nada que ver contigo.

O como dice el título de un libro: Lo que pienses de mí no es asunto mío

de Maria J. Garcia Diaz,

MAS INFO: http://buenasiembra.com.ar/salud/autoayuda/intentar-es-conseguir.html

martes, 10 de agosto de 2010

Si usted no es su pasado,¿quién es?


Si usted no es su pasado,
¿quién es?

Wayne Dyer

El famoso poeta libanés Kahlil Gibran escribió que sólo hubo una ocasión en su vida en que le faltaron las palabras. Fue cuando alguien le preguntó:

“¿Quién es usted?”.
Es una cuestión imposible de responder con palabras, porque lo que somos carece de forma, y las palabras pertenecen al mundo de las formas. La respuesta a esta pregunta no se encuentra en el ámbito formal.

Cada uno de nosotros es un alma con un cuerpo, no un cuerpo con un alma. El alma no puede ser medida ni observada. Quizá la mejor manera de responder a la pregunta sea observando lo que no somos.

Me encanta la manera en que Nisargadatta Maharaj responde a este interrogante en I Am That (yo soy eso). Este autor escribe:

Del mismo modo que los colores de esta alfombra los origina la luz, pero la luz no es el color, así el mundo es obra tuya, pero tú no eres el mundo. A eso que crea y mantiene el mundo puedes llamarlo Dios o providencia, pero en definitiva tú eres la prueba de que Dios existe, no al revés. Porque antes de que pueda plantearse ninguna pregunta acerca de Dios, tú debes estar allí para plantearla. Usted es la esencia, invisible, que demuestra la existencia de Dios y del mundo.

Más adelante en este pasaje, Maharaj añade:

El cuerpo está hecho de alimento y la mente de pensamientos. Considéralos tal como son. El desasimiento del cuerpo, cuando es natural y espontáneo, constituye la liberación. No necesitas saber lo que eres. Basta saber lo que no eres. Lo que eres nunca lo sabrás, porque cada descubrimiento revela nuevas dimensiones que conquistar. Lo desconocido no tiene límites... Imponte tareas en apariencia imposibles... ésa es la manera.

Su
historia ha intentado convencerle de que a usted le corresponde tal o cual etiqueta que le han asignado. Usted adoptó esas etiquetas. Para borrar su pasado, es necesario que se quite todas esas etiquetas artificiales.

He aquí algunas de las cosas que usted no es:

Usted no es su nombre. Mi nombre, Wayne, traducido literalmente significa “constructor de carretas”. El apellido Dyer significa “tintorero”. Los indios de Norteamérica usaban nombres como Baila con Lobos o Pequeña Paloma Blanca para describirse los unos a los otros. En ambos casos, los nombres, las etiquetas, no expresan lo que las personas son.

El nombre le fue dado para ayudar a distinguir su cuerpo de los otros cuerpos de su entorno, y para proporcionarles a los demás una palabra que pudieran usar cuando querían referirse a usted. Pero ni por un momento piense que el nombre es usted. En realidad, el nombre es quien usted no es.

Usted no es su cuerpo. Fíjese en el posesivo de la expresión “su cuerpo”. Esto da a entender que el cuerpo es algo que se posee. Usted es el poseedor del cuerpo y la fuerza invisible que hay en él, pero no es el cuerpo en sí.

El cuerpo no es nada más que un conglomerado que incluye huesos, cartílagos, sangre, hierro, calcio, piel... Al consultar su pasado, hallará muchísimos traumas en torno a la importancia del cuerpo. ¿Le enseñaron que el aspecto decía mucho acerca de usted? A la mayoría de nosotros nos enseñaron a pasar horas delante de los espejos preocupándonos por la postura, el físico, la piel, la ausencia o presencia de pelo vello, el peso, la estatura y demás. Pero estamos ante un falso yo.

Usted posee un cuerpo. No es un cuerpo. Usted no es su mente.
Del mismo modo que decimos “su” cuerpo, también decimos “su” mente. Esto da a entender que usted es el dueño de la mente.

Con la mente piensa, y por lo tanto hay unos pensamientos y existe un ente pensante. Cuando le preguntaron a Maharaj si la mente era la persona, contestó:

“Examínala con atención y verás que la mente siempre bulle en ideas. En ocasiones puede quedarse en blanco, pero lo hace durante un rato y retorna a su habitual inquietud. Una mente calmada no es una mente plácida. Dices que quieres pacificar tu mente. ¿Está en paz el que quiere pacificarla?”. ¡Qué maravillosa pregunta, qué estimulante!

¿Quién es el dueño de la mente? ¿El dueño que busca paz está él mismo en paz?

Quien en realidad es usted no es la mente sino el yo que hay tras de la mente. Y tal dueño no se encuentra en el plano de lo físico. Durante la mayor parte de la vida le han enseñado que usted es su mente. Ha estado formándose, asistiendo a clases ad infinitum e identificándose de alguna forma con lo que sabe.

Al dejar atrás su pasado, dejará atrás la idea de que usted es su mente. Usted no es su ocupación. Usted no es ni ingeniero ni profesor ni secretario ni tendero. Son elecciones que ha hecho su invisible yo como forma de cumplir con su misión en el aquí y ahora.

Cuanto más defina su trabajo su personalidad, más difícil le resultará conocer la verdad y alcanzar la libertad. Le es más fácil lograr la satisfacción y ser consciente de ser una criatura divina a cualquier vagabundo anónimo que haya desempeñado muchos trabajos, que a una celebridad atrapada en su imagen pública.

Identificarse con el trabajo que se desempeña puede mantenerle apartado de su verdadero yo superior. Puede inhibir su capacidad para conocer su yo espiritual, puesto que usted ha hecho que su vida gire en torno a su trabajo. Deshacerse del pasado implica despojarse de la idea de que uno es lo que hace. Recuerde este ejercicio de lógica: si uno es lo que hace, entonces uno no es lo que no hace.

Cuando se cree que uno es su trabajo, lo que se está haciendo es seguir una rutina establecida para dar un valor a vida; pero un valor que no tiene sentido. Nuestro yo espiritual no participa en esa tarea.

Al deshacerse de su pasado, abandona esta idea. Se convierte en lo que Stuart Wilde, en su sincero y brillante libro, The Whispering Wind of Change (Los susurrantes vientos del cambio), llama “volverse un minimalista”. Los siguientes fragmentos despertarán su deseo de leer esta magnífica obra:

Nunca avances con prisa. Camina con lentitud, habla sopesando las palabras. Nunca te dejes llevar por las emociones y jamás permitas que la gente te manipule... Siempre hay otra posibilidad, siempre otro momento, y hay cinco mil millones de personas... Diles que tienes todo el tiempo del mundo, porque lo tienes, eres infinito. Recuerda que la más grande sabiduría que puedes alcanzar es la del no hacer. Son los tratos y situaciones que evitas los que te ayudan a conservar energía y permanecer independiente y fuerte... Con cada cosa que te comprometas, aumentarás tu carga.

Haga el esfuerzo de quitarse las etiquetas, y tenga presente que no es lo que hace. Usted es el que observa al yo que hace. Usted no es sus relaciones. Sin duda, la corriente de amor que existe entre usted y los integrantes de su círculo inmediato es muy importante, pero no es quien usted es.

Usted es un alma individual conectada con el todo, pero no es esa relación que mantiene con el todo. Identificarse con las relaciones proporciona gran frustración porque cada vez que hay un pequeño problema en ellas, como siempre habrá, uno se siente desdichado.

Recuerde que es eterno, y eso es inmutable. Mantiene un gran número de relaciones, todas las cuales son importantes, pero llegan y se van como su vida corporal, que va de la nada al aquí y ahora y acaba volviendo a la nada. Es un ir y venir y por lo tanto algo mutable.

Deshacerse del pasado implica despojarse de la creencia de que una relación fracasada le convierte a uno en un fracasado. No existen relaciones fracasadas. Con cada persona que entra en su vida y sale de ella se ha procedido a un mutuo compartir de lecciones de vida.

Algunos tienen papeles más largos que otros en la representación, pero a la postre, usted volverá a su relación con el absoluto. Nunca tiene que juzgarse a sí mismo de manera negativa por la naturaleza de sus relaciones. Puede aprender de todas ellas, sabiendo que usted es el observador de cuanto ocurre.

Usted no es su país, ni su raza ni su religión. Usted es un espíritu eterno, no un estadounidense, chino o africano. Carece de importancia el cuerpo que habite, el punto geográfico al que haya llegado, y la religión en la que crea. En la nada no hay ni budistas, ni católicos ni presbiterianos. Éstas son clasificaciones hechas para distinguirnos los unos de los otros en nuestra forma presente.

Estas identidades sólo tienen sentido en el paréntesis de la eternidad que denominamos vida. Rechácela y se identificará con el reino del espíritu. Entonces ya no estará dispuesto a librar las luchas de sus ancestros, que han intentado convencerle de a quién debe odiar y a quién amar. Ya no asumirá la creencia tribal que le hace percibirse como mejor que otros en virtud de su lugar de nacimiento o color de piel.

Su pasado le ha transmitido las costumbres de su grupo. Pero usted no necesita estas limitaciones. Despójese de esa identificación con las etiquetas, y escoja la nueva perspectiva; la conciencia de la unidad. Usted está unido con todas las almas. Su apariencia o lugar de nacimiento carecen de relevancia.



Los que aún se encuentran atrapados por esas creencias le llamarán traidor, ingrato. Usted será capaz de darles amor y no tener en cuenta sus acusaciones.

En nombre de Dios y de la patria se han hecho las guerras y se ha asesinado a millares de millones de seres humanos. Usted sabe, al igual que todos, que esto es una violación de las leyes de Dios, que es inconsecuente con las enseñanzas de todos los maestros espirituales que alguna vez han caminado
entre nosotros.

Sin embargo, la pauta persiste. ¿Por qué? Porque nos aferramos a nuestros pasados como si fueran nuestras identidades. Niéguese a identificarse con las etiquetas del grupo.

Verse a sí mismo como un ser espiritual sin etiquetas es una manera de transformar el mundo y alcanzar un lugar sagrado. Comience por tomar la decisión de ser libre despojándose de su pasado. Cuando uno se deshace de su historia sabe que no es ni su nombre, ni su cuerpo, ni su mente, ni su ocupación, ni sus relaciones, ni su identidad étnica o cultural. Así pues, ¿quién es usted? Lo que queda es lo invisible, lo intangible, aquello que constituye el núcleo del mensaje de este libro.

Lo que tenemos es similar a lo que un seguidor le pidió a Nisargadatta Maharaj que le aclarara. “Cuando miro a mi interior, encuentro sensaciones y percepciones, pensamientos y sentimientos, deseos y temores, recuerdos y expectativas. Estoy inmerso en esa nube y no veo nada más”, le explicó.

Nisargadatta Maharaj, que vivía en los suburbios de Bombay, en una humilde choza de adobe, evitando toda posesión y entregado a aquellos que buscaban conciencia espiritual, respondió: “El que ve todo esto, y también la nada, es el maestro interior. Sólo el es, todo lo demás parece ser. Es tu propio yo, tu esperanza y seguridad de libertad; encuéntralo, aférrate a él, y estarás seguro y a salvo”

¡Qué gran mensaje! El ser espectador es todo su ser. Es la respuesta. No puede describirse con palabras, pero lo conocerá mejor cuando se despoje de su pasado.

Por Wayne.W. Dyer

solo el perdón a través del amor
libera al hombre de su ego.

Sólo desde el amor más profundo se puede crear algo verdadero, el resto es sólo ilusión.
                                                                      Anónimo