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sábado, 30 de enero de 2016

Vivir en el Amor es vivir la Vida, porque la Vida es Amor.

http://buenasiembra.com.ar/salud/meditacion/index.html

“Vivir en el Amor es vivir la Vida,
porque la Vida es Amor.

De esta realidad seréis conscientes al serlo del propio Amor que hay en vosotros.

Como la Vida es Amor, su verdadero propósito es que todos seamos felices en ella, en armonía con las Leyes de la Creación, disfrutándola plenamente, contactando y elevándonos en ese Ser Interno que hay en cada uno de nosotros, gozando de la más hermosa de las sensaciones, deleitarnos en la Belleza con el más maravilloso de los sentimientos: el Amor, que es lo que somos.

¡Mirad por un momento a vuestro alrededor!

Toda la creación material, incluido vuestro propio cuerpo, ha sido cuidadosamente diseñada para experimentar, crecer y vivir eternamente en el Amor, lo que depende única y exclusivamente de vuestra libre voluntad. Toda está a vuestro servicio, pero muchos habéis vivido como sus esclavos, preocupados tan sólo por vuestra propia seguridad material, por subsistir confortablemente y satisfacer vuestros deseos más básicos.

¿Creéis que esto es la Felicidad?
En cuanto a esa seguridad material que tanto anheláis, ¡qué bien hacen los que ahora comienzan a pensar que sólo el Amor la puede garantizar! Y en cuanto a las sensaciones placenteras producidas por los deseos materiales que tanto os atraen, ¿acaso no habéis comprobado ya que son efímeras, que rápidamente se vuelve a desear lo que no se tiene?

Os aseguro que la Felicidad no consiste en desear y conseguir lo que no se tiene, sino en disfrutar lo que se es, porque la Felicidad es algo espiritual, algo que se experimenta con el Alma, y sólo aquello que es esencialmente espiritual, como el Amor, puede ser capaz de producir en Ella este Placer Supremo”.

Dicho esto, el orador miró con dulzura a todos aquellos que se encontraban ante él, materialistas y espirituales, retirándose con el deseo de Amor y Luz para sus vidas…

Fragmento del libro "El Mundo Esmeralda" de Daniel de Wishlet.
Descúbrelo entrando en este enlace http://www.elmundoesmeralda.com/llevatelo/

MAS INFO: http://buenasiembra.com.ar/salud/meditacion/index.html

Según tus pensamientos cambias el biocampo (aura)...


Cada pensamiento cambia tu biocampo electromagnético


http://buenasiembra.com.ar/salud/terapias-alternativas/aura-bioenergia-886.html

Entrevista a Ana María Oliva, ingeniera, doctora en biomedicina y terapeuta

 ‘Lo que tu luz dice’
Las investigaciones de Konstantín Korotkov, doctor en Física y catedrático de la Universidad de San Petersburgo, confirman el biocampo, objeto psicofísico visible con imagen electrofotónica.

Eso hace cada día la doctora Ana María Oliva, que ha llegado ahí tras una vida de búsqueda y experimentación, como explica en Lo que tu luz dice (Sirio), libro a la vez divulgativo e inspirador sobre esta frontera de la ciencia, que le ha enseñado a autorregularse modulando pensamientos y actitudes.
Y la más saludable consiste en saber que estás aquí para algo, y que es bueno.

¿Soy luz?
Materia implica energía, mesurable: frecuencias de onda, invisibles unas, visible otras… ¡Luz!

Pues no me la veo.

Su intensidad es baja…, pero podríamos verla si nos entrenásemos.

¿El aura?
Un campo bioelectromagnético. Lo generan los intercambios eléctricos de nuestros átomos y células. Desprendemos biofotones.

¿Está viendo mis biofotones?

No a simple vista, no me he entrenado. Pero podemos verlos mediante este dispositivo.

¿A ver?

Coloque un dedo aquí. Ahora otro. Otro. Ya están los diez, bien. Mire la pantalla, ¿ve?

Una corona luminosa en cada yema.

¿Ve los rayos, unos más largos, otros tan cortos, algunos agujeros…? Indican la energía de sus órganos internos en sus funciones.

¿Todo mi organismo en mis dedos?
Como el universo, eres hologramático: cada parte contiene la información del todo.

¿Y qué hace ahora?

La información arroja el estado de tu biocampo corporal, plasmada en esta fotografía, esta imagen electrofotónica.

¿Mi aura…? ¿Y qué ve en ella?

Vigila tu páncreas, tiroides, colon y aparato urogenital. Y veo triste tu corazón.

Vaya… ¿Es un método diagnóstico?

En Rusia está legalmente aceptado, aquí es sólo una técnica de evaluación del estado energético del organismo.

¿Qué cosas ha electrofotografiado?

Cuando un espermatozoide fecunda un óvulo, hay un estallido de luz. Cuando una bacteria muere, un relampagueo. Una señal violeta antecede a toda mitosis celular…

¿Y en el cuerpo?

Hay más desprendimiento biofotónico en enfermedades: el organismo está intentando corregir algo. He hecho experimentos sobre estas variaciones biofotónicas…

¿Por ejemplo?

Si tu móvil recibe llamada, la señal interfiere en tu aura, la merma. Si te cuentan algo agradable, se compensa.

¿En serio?

Sorprendente: si empuñas un vaso con licor, tu aura se resiente. Si lo bebes, más aún.

¿Antes de beber… hay ya un efecto?

Sí. El campo energético del licor altera tu biocampo. Y si alguien te llama “imbécil”, altera también tu bioelectromagnetismo.



¿Lo ha observado?

Medido y fotografiado, ¡incluso si es un insulto sin intención de dañar!

¿Tanto poder tienen las palabras?
Yo antes era muy bruta: por inseguridad, me protegía con un lenguaje duro. Un día, parodiando y burlándome de los que hablan suave, empecé a decir “dime, amor”, “hola, cariño”, “bonita, cielo”… ¡Y… cambié!

¿Cómo cambió?

¡Se dulcificó mi carácter! Ahora llamo a todo el mundo “corazón”… ¡y me hago bien!

Y al otro también.

Si estás junto a una persona serena y armónica, ¡te sientes mejor! Lo habrá notado…

Lo noto ahora.

Escuchar una canción, ver un color, presenciar un telediario, lo que comes…, todo modifica tu biocampo. Y lo que piensas.

¿Ah, sí?

Lo que piensas influye en tu biología. Por eso es importante guiar tus pensamientos. Tu sistema de creencias te construye.

Un ejemplo.

“¡Mira lo que me ha hecho mi novia!”, se me lamentó un joven alumno. Me hinchó la cabeza tanto que medí su biocampo y se lo enseñé: muy alterado y dañado. Entendió: estaba dañándose con sus pensamientos.

¿Qué le había hecho su novia?
Colgar una fotografía sexy en internet.

Bah.
Es muy saludable relativizar tu sistema de creencias, distanciarte y parar de sufrir.

Ojalá fuese tan fácil.

Tras todo sufrimiento hay una creencia equivocada. Nos han enseñado que si alguien sufre…, sufras con él. ¡No! Así sólo duplicas el sufrimiento del mundo. ¡Intenta estar tú bien! Y, sereno, centrado, acude junto al que sufre. Eso sí puede ayudarle.

¿Quiérete a ti mismo, primer mandamiento del bienestar?

Sí. Ámate. Si amas, todo estará bien para todos. Si te gustas mucho haciendo algo, ¡ve por ahí, alimenta eso! Sé fiel a tu corazón. Eres único. Enamórate de ti. Brillarás. Y eso bendecirá a la gente de tu entorno.

¿Una sonrisa cura?

Si sonríes, todo te sonreirá. Cuando más te cueste, ¡sonríe!

¿Cómo es el aura de una persona saludable?

Armónico, homogéneo, sin grandes congestiones, fugas ni agujeros. Lo biográfico deviene biológico.

Pero si te sucede una desgracia…

Pues piensa que todo, aunque parezca malo, ¡es para que aprendas algo! Piensa que todo es para bien. Y lo será. Confía en la vida, y lo tendrás todo.

Bello consejo. Despídame con algún otro
.
¡Haz lo que te haga feliz! Y entonces tu luz será muy bonita.

martes, 12 de enero de 2016

El camino hacia la tierra prometida

El camino hacia la tierra prometida

Amanecía en México-Tenochtitlan y el sol comenzaba a iluminar los jardines del palacio por donde paseaban el tlatoani Huehue Moctezuma Ilhuicamina, supremo jerarca, y el cihuacóatl Tlacaélel, mientras evocaban el legendario y penoso recorrido que habían llevado a cabo sus ancestros desde el lejano Aztlán hasta el sitio donde encontraron el símbolo anunciado por Huitzilopochtli, su dios patrono: un águila parada sobre un nopal, con las alas extendidas, señalando el punto donde debían detener su marcha y fundar lo que sería la capital de su imperio; este hecho ocurrió a principios del siglo XIV de la era cristiana.

Moctezuma y Tlacaélel se detuvieron en una de las terrazas del palacio para contemplar la gran extensión y belleza que había alcanzado la urbe gracias a las victorias militares y a la imposición del tributo sobre los pueblos vencidos. Satisfechos ante tal escena y sabedores del poder y la supremacía del pueblo mexica, entre ambos decidieron organizar una caravana integrada por sacerdotes y hechiceros, la cual tendría el cometido de retornar a Aztlán.

Tiempo después, cuando el grupo escogido se reunió con los dirigentes, sobrevino la discusión acerca de la ruta que debía seguirse para llegar al sitio desde donde partió la migración, suceso que según los documentos ocurrió en el año 1-Pedernal, es decir en el 1116 del calendario gregoriano.
Sacerdotes y hechiceros pensaron entonces que si realizaban el recorrido en sentido inverso al de la peregrinación relatada en los códices, arribarían sin problemas a Aztlán que, se decía, estaba en la región del color blanco, descrita metafóricamente como el “lugar de las garzas”.


El grupo tenía la misión de llevar valiosos presentes de plumería multicolor y ornamentos de oro y jade a los parientes que se habían quedado allá, y de invitarlos a irse a vivir a México-Tenochtitlan con las comodidades y holguras que ahora disfrutaban sus habitantes.
Para la época de Moctezuma y Tlacaélel, a mediados del siglo XV, ninguno de los peregrinos originales vivía, mas el relato del viaje había sido registrado en los códices, de los cuales el más conocido es la Tira de la Peregrinación, documento elaborado en papel amate que se dobla a manera de biombo.

El relato pintado en el tradicional tipo de escritura de la época combina la secuencia de numerales que indica los años transcurridos, los nombres de los sitios por donde pasaron y se establecieron temporalmente los migrantes, y los principales acontecimientos que ocurrieron durante el viaje.

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El periodo de tiempo que transcurrió desde la salida de Aztlán hasta la ceremonia de fundación de México-Tenochtitlan comprende 210 años, lo que significa que se cumplieron cuatro periodos de 52 años, su ciclo calendárico fundamental.
En el mismo año de su partida los migrantes encontraron la imagen de Huitzilopochtli en una cueva del cerro de Culhuacan; más tarde se unieron al éxodo ocho pueblos vecinos: los matlatzincas, tepanecas, tlahuicas, malinalcas, colhuas, xochimilcas, chalcas y huexotzincas.


Fue entonces cuando Huitzilopochtli les señaló que ellos, los mexicas, debían seguir solos hasta el final, y así lo hicieron, cargando la imagen de su dios y sus objetos sagrados, y realizando los primeros sacrificios de guerreros enemigos, por lo que recibieron las armas que les harían triunfar en las batallas. Todos estos eventos ocurrieron en un tiempo mitológico, imposible ya de precisar.

En la reconstrucción del viaje, Tula, la ciudad fundada por Quetzalcóatl, era la primera localidad que podían ubicar con precisión los hechiceros y sacerdotes; de ahí en adelante, según el relato del recorrido, los peregrinos se establecieron en veinte sitios más antes de encontrar los islotes donde fundaron su ciudad.

De Tula siguieron a Atlitlalaquian, donde “el agua se resumía en la tierra”; luego pasaron a Tlemaco, que se identificaba con un sahumador; a continuación llegaron a Atotonilco, cuyo nombre derivaba del agua hirviente de sus manantiales, y a Apaxco, cuyo cono volcánico lleno de agua les recordaba una vasija; en Zumpango levantaron un muro de cráneos, junto a Huiztepec, “el cerro de los huizaches”; de ahí pasaron a Xaltocan y cruzaron en canoas los lagos norteños de Acalhuacan.


Ya en la vertiente occidental de la cuenca lacustre, se establecieron en Ehecatépetl, “el cerro del viento”, y después llegaron a Tolpetlac, “donde se tejen las esteras de tule”; de ahí se dirigieron a Coatitlán, abundante en serpientes, y luego a Huizachtitlán, donde aprendieronde los chalcas el aprovechamiento del cultivo de los magueyes para la obtención del pulque.


Tecpayocan fue el siguiente punto del recorrido, el cual se reconoce por los cuchillos de pedernal; más tarde arribaron a Pantitlán, un resumidero en el lago que se identificaba por sus banderas; de ahí continuaron hasta Amalinalpan “agua de mallinalli”, territorio ya del señoría de Azcapotzalco, donde se les impidió seguir, por lo que regresaron a Pantitlán, para después pasar a Acolnáhuac, “donde hace recodo el agua”, y cruzar por Popotla, Techcaltitlán y Atlacuihuayan, antes de llegar a Chapultepec, un cerro en medio de un hermoso bosque, donde fueron derrotados por un conjunto de pueblos enemigos que apresaron a sus jefes guías y los condujeron prisioneros a Colhuacán, donde los victimaron.

En este lugar los mexicas aprendieron las costumbres de la gente del lago, y después de una guerra contra Xochimilco, de la que salieron triunfantes, partieron en busca del sitio prometido para fundarm en medio de unos islotes al occidente del lago de Texcoco, la ciudad de Huitzilopochtli.
En todas estas localidades vivieron varios lapsos de tiempo, en tanto descansaban, renovaban sus fuerzas y se aprovisionaban de alimentos para continuar su viaje; en ellas enterraron a sus muertos y dejaron también a los enfermos y ancianos que no pudieron acompañarles.

La ceremonia del encendido del fuego nuevo, que conmemoraba la culminación de un ciclo solar de 52 años, fue realizada en cuatro ocasiones durante la peregrinación: en Tula, en Huiztepec, en Tecpayocan, y en Chapultepec.
Para los enviados de Moctezuma la tarea parecía fácil; sin embargo, no fue así. De Tenochtitlan a Tula el viaje se llevó a efecto sin mayor incidente, pero de allí en adelante sólo contaban con el terrible vacío de la fábula y el mito, por lo que echando mano de sus poderes ocultos los enviados se transformaron en animales feroces y así completaron su periplo, arribando finalmente a Aztlán.

“Sean bienvenidos, hijos”, dijo Coatlicue a los sabios y hechiceros, quienes ante la mirada de la anciana se postraron y besaron sus manos. “El que acá nos envía es tu siervo, el rey Moctezuma y su fiel consejero Tlacaélel, con la gran misión de que buscásemos el lugar original donde habían habitado nuestros antepasados, para que supieses cómo él, en nombre de tu hijo Huitzilopochtli, gobierna y rige al mundo conocido en la gran ciudad de México”.

Llorando de alegría, Coatlicue recibió los presentes enviados y les entregó a cambio tres prendas textiles, una para Moctezuma, otra para Tlacaélel, y una más para el dios sol, Huitzilopochtli.

A su regreso, ya en México-Tenochtitlan, los viajeros relataron sus aventuras al gobernante, quien entonces comprendió que Aztlán no se ubicaba en ningún punto de la geografía conocida: su lugar estaba, ahora, en los terrenos de la leyenda.