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martes, 10 de julio de 2012

LA TRANSGRESION DE LA RE-EVOLUCION

LA TRANSGRESION DE LA RE-EVOLUCION

Escrito por  Brad Hunter


Bajo los dictámenes del nuevo enfoque constructivo de la realidad cuántica, todo lo creado es la manifestación de la conciencia. Si el nivel de conciencia cambia, es lógico suponer que lo creado dejará de tener el sustento de la fuerza que lo creó y lo mantuvo vivo. Por ende, lo creado se re-crea en cada cambio evolutivo de conciencia.

¿Pero qué pasa cuando un poder carente de una conciencia orientada al servicio evolutivo real del ser humano se arraiga en el sistema creado y se esfuerza en mantener los pilares que lo sustenta? Simple, el cambio obligado –motivado por la expansión de la conciencia– se convierte, bajo la óptica y enfoque del poder, como una transgresión al sistema establecido.

La banca internacional, las grandes corporaciones multinacionales y las organizaciones globalistas de la política son las encargadas de tratar de dejar las cosas como están, bajo sus leyes y dominios.

En ello radica su poder. Transgredir, según el diccionario de la Real Academia Española, significa quebrantar, violar un precepto, ley o estatuto.

¿Pero qué sucede cuando las leyes, los preceptos o los estatutos transgreden los derechos de los seres humanos?

El movimiento 15M, el de los indignados, es un movimiento ciudadano de protestas pacíficas surgido el 15 de mayo de 2011, en España, con la intención de promover un cambio en las estructuras.

Con consignas como: “No somos marionetas en manos de políticos y banqueros” o “Democracia real ¡ya! No somos mercancía en manos de políticos y banqueros”, estos movimientos de transgresión ciudadana se manifiestan agobiados ante el panorama político, económico y social predominante, marcado por la corrupción de los políticos, los banqueros y los grandes empresarios.

Las prioridades de toda sociedad avanzada han de ser la igualdad, el progreso, la solidaridad, el libre acceso a la cultura, la sustentabilidad ecológica y el desarrollo, el bienestar y la felicidad de las personas.

Vivimos, sin lugar a duda, en una sociedad que se deja llevar por los designios del poder establecido, que mantiene su reinado porque es el regente de los organismos sobre los que se apoya y se defiende el sistema.

El poder político está sujeto al poder económico y la economía es controlada por grandes corporaciones que necesitan al ciudadano preso del consumo. Todo ha degenerado en un sistema perverso de control y vigilancia en el que la libertad es restringida en defensa de la misma libertad.

Todo gracias al flagelo del “terrorismo”, en el cual se engloba todo intento de jaquear la supremacía del poder que se han convertido en el propio “eje del mal” y del “terror”.

La indignación como forma de enfrentar al poder Es el ciudadano el que despertó indignado por la subyugación que crea el poder al imponer normas que son sustentadas en una imagen ficticia, en una “realidad Disney” en la que el ser humano es inserto en una gigantesca matrix cinematográfica que le impone los modelos de vida que debe aceptar como norma de felicidad y progreso.

La trampa nos acarrea hipnóticamente como corderos de un rebaño dentro del aparato propagandístico que tiene la función de mantener el consumo como requerimiento de pertenencia: todo menos frenar el consumo depredador en pos de no congelar las economías.

Este sistema corporativizó la vida humana, enalteciendo los valores del consumo y, por añadidura, de la enajenación, al intercambiar la individuación evolutiva real e interior del ser humano por el deseo aspiracional de “ser”, por representar algo dentro del sistema.

El movimiento de indignados atenta y transgrede la fuerza de esa “realidad Disney”: los individuos representan el 99 por ciento de la fuerza constitutiva de un organismo, pero gracias a la influencia hipnótica es controlado por un uno por ciento conformado por fuerzas políticas, corporativas y financieras.


La manifestación pacífica, la transgresión más peligrosa


Las protestas ciudadanas en el mundo instan a hackear este sistema no desde la violencia, sino dejando de ser parte de él.

Utilizan el paradigma para volcarlo a su favor, como en un movimiento de judo (el objetivo de este arte marcial es derri- bar al oponente usando su propia fuerza), es decir, mediante la protesta pacífica, exponer la violencia de quienes no permiten la paz.

La fuerza del 99 por ciento de voces silenciadas por amenazas del sistema se cansó de ser ineficaz en la propagación de un mensaje dentro de la estructura particular de estos difusores de realidades programadas.

Hemos llegado a ser colaboracionistas de un mundo dominado por los poderes que revirtieron el sentido real de representación de las mayorías. La democracia es la doctrina política que es favorable a la intervención del pueblo en la gestión de gobierno, el predominio del mismo ciudadano en el gobierno político de un Estado.

Los sistemas de gobierno democrático han ignorado este principio, aplastando y reprimiendo cualquier manifestación pacífica del ciudadano mientras los que mandan deciden sin consulta popular, utilizan la fuerza militar para mantener la fortaleza del uno por ciento que está en el poder y explota los recursos sin importarles el precio que se paga a escala ecológica y menos en valores de soberanía ciudadana.

Las protestas, al haber sido pacíficas, les han desarmado los sistemas de represión.

El sistema represor no les decía qué hacer en una situación así, prolongada en el tiempo, sin quedar ante todo el mundo como políticos antidemocráticos. Algunos, en el paroxismo de su propio cortocircuito cerebral, han terminado por proyectar hacia el exterior –tal como entiende el psicoanálisis la proyección– aquello que no reconocían en su interior.

Sólo así se entiende que dijeran que el de los indignados era un movimiento autoritario y hasta se intentó englobarlo dentro de la lucha contra el terrorismo. Vivimos en una estructura orweliana donde la paz es guerra y la guerra significa paz.

Una protesta no violenta, masiva y prolongada en el tiempo corto circuita la capacidad de respuesta de los que detentan el poder… o los obliga a quitarse la careta de demócratas y a mostrar su verdadero rostro autoritario. Este ha sido uno de los pilares fundamentales del éxito en las revueltas de los indignados.


El nuevo liderazgo sin líderes


Los nuevos líderes revolucionarios y transgresores han llevado la idea de liderazgo y revolución al extremo: no existe un líder reconocible, ya que la unión y el conjunto conforman al propio liderazgo y la revolución no es determinada por un hecho externo concreto, sino que la revolución es de conciencia y es interna.

En esta revolución no hay armas, no hay boinas ni ideologías sustentadas por otro poder político, más que el poder de la conciencia.

El movimiento promueve una serie de valores que estimulan los principios básicos del humanismo, la libertad y el reclamo pacífico, y la presencia masiva se revela como un monstruo que amenaza a la obsoleta y manipulativa figura del poder, mostrando su pequeñez ante un 99 por ciento unido.

La petición va más allá de la mera retórica política y representa una amenaza para el sistema hegemónico porque, en el fondo, significa un empoderamiento del ciudadano alejado de la elite que históricamente ha devastado no sólo la economía sino también la ecología y la independencia del pensamiento.

Este movimiento no representa una rebeldía generacional –como algunos medios alineados con el sistema deslizaron en sus columnas de opinión–; es cierto que la juventud fue la que se movilizó primero, pero no están solos, las viejas generaciones y los grandes referentes de la cultura se han unido al reclamo.

En este sentido quizá no sea mera imprecisión seudocientífica asegurar que detrás de la mítica fecha de 2012 exista algo más que un cambio de ciclo; que más que un proceso temporal y calendárico, represente un proceso evolutivo real de la conciencia humana.

Sí, una nueva era, pero una nueva era que es parte de un flujo, de todo un proceso, que tiene solamente a esta fecha como marcador simbólico, como hito sumador e hipervinculante entre la transgresión y la evolución.

Su carácter único y especial es que nos toca a nosotros, bajo esta coordenada existencial, atravesarla y hacer de ella una manifestación re-evolutiva social y cultural en pos de esgrimir las normas de un mundo mejor, con mayor conciencia planetaria e integración universalista.

Nota publicada en la Revista El Planeta Urbano
http://www.elplanetaurbano.com/2012-03-02-08-41-59/planeta-x/item/251-la-transgresión-de-la-re-evolución

MAS INFO: http://buenasiembra.com.ar/salud/terapias-alternativas/el-poder-curativo-de-la-palabra-el-pensamiento-1100.html

1 comentario:

Buscando la quietud dijo...

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