EL MUNDO FELIZ
Cuando indagamos en la esencia del deseo humano, parece
claro que lo que descubrimos es una absoluta contradicción. Me refiero a que el
deseo en sí acostumbra a ser claro en su superficie: La mayoría de hombres y
mujeres lo que de verdad desean es ser felices.
Da igual ahora la forma en la que se camina para conseguirlo. Sea más o menos acertada y dejando de lado cualquier juicio, lo que parece indiscutible es que, el fin que acostumbramos a perseguir la mayoría de los seres humanos es nuestra propia felicidad.
Pero si buceamos en las profundidades del inconsciente, descubriremos que los verdaderos deseos que irradiamos y proyectamos la mayor parte del tiempo, tienen poco que ver con lo que podría considerarse un escenario para la felicidad.
Me refiero a que nuestra vida no es casual, ni vamos a la deriva en función de lo que otros más poderosos hacen con nosotros. Nuestra vida es nuestra y la escogemos a cada instante, aunque te pese escucharlo o leerlo aquí.
Tu vida es la creación que resulta de lo que proyectas desde lo que deseas. Desde lo que crees, piensas y sientes. Si otros te manipulan es porque lo permites.
Porque aceptas vivir esa experiencia. Porque la creas. Nosotros somos responsables de cada cosa que ocurre a nuestro alrededor.
Así de contundente y así de duro y maravilloso. Duro porque es terrible abrazar esa parte de sombra que admite que disfrutas sufriendo, juzgándote y culpándote constantemente, aunque no seas consciente de ello… y maravilloso porque tenemos el poder de cambiar lo que no deseemos cuando queramos, cuando lo decidamos verdaderamente desde cada célula de nuestro cuerpo.
Podemos aspirar a seguir viviendo desde otro paradigma.
Da igual ahora la forma en la que se camina para conseguirlo. Sea más o menos acertada y dejando de lado cualquier juicio, lo que parece indiscutible es que, el fin que acostumbramos a perseguir la mayoría de los seres humanos es nuestra propia felicidad.
Pero si buceamos en las profundidades del inconsciente, descubriremos que los verdaderos deseos que irradiamos y proyectamos la mayor parte del tiempo, tienen poco que ver con lo que podría considerarse un escenario para la felicidad.
Me refiero a que nuestra vida no es casual, ni vamos a la deriva en función de lo que otros más poderosos hacen con nosotros. Nuestra vida es nuestra y la escogemos a cada instante, aunque te pese escucharlo o leerlo aquí.
Tu vida es la creación que resulta de lo que proyectas desde lo que deseas. Desde lo que crees, piensas y sientes. Si otros te manipulan es porque lo permites.
Porque aceptas vivir esa experiencia. Porque la creas. Nosotros somos responsables de cada cosa que ocurre a nuestro alrededor.
Así de contundente y así de duro y maravilloso. Duro porque es terrible abrazar esa parte de sombra que admite que disfrutas sufriendo, juzgándote y culpándote constantemente, aunque no seas consciente de ello… y maravilloso porque tenemos el poder de cambiar lo que no deseemos cuando queramos, cuando lo decidamos verdaderamente desde cada célula de nuestro cuerpo.
Podemos aspirar a seguir viviendo desde otro paradigma.
Ahora, siente desde el corazón si de verdad eres feliz en tu
vida o si te engañas creyendo que lo eres. Admite si lo que en verdad haces es
atraparte en el papel de la víctima que no puede y no quiere abrazar su propia
responsabilidad y poder.
Mira dentro de ti y pregúntate que es lo que tanto te asusta, que te lleva a interpretar tantas veces el papel del abusador o del abusado.
Piensa por qué solo te quejas en lugar de hacer algo para remediarlo. Sentir miedo es digno y es humano, y tú eres valiente y puedes afrontar lo que temes en lugar de seguir apartándolo por más tiempo.
Mira al miedo a la cara y atrévete a abrazarlo. Eso es ser valiente en realidad.
Admitir lo que no quieres ver de ti para poder transmutarlo desde el amor, desde la integración. No te niegues más tiempo. Toda negación es una chispa que enciende el grito de guerra.
Mira dentro de ti y pregúntate que es lo que tanto te asusta, que te lleva a interpretar tantas veces el papel del abusador o del abusado.
Piensa por qué solo te quejas en lugar de hacer algo para remediarlo. Sentir miedo es digno y es humano, y tú eres valiente y puedes afrontar lo que temes en lugar de seguir apartándolo por más tiempo.
Mira al miedo a la cara y atrévete a abrazarlo. Eso es ser valiente en realidad.
Admitir lo que no quieres ver de ti para poder transmutarlo desde el amor, desde la integración. No te niegues más tiempo. Toda negación es una chispa que enciende el grito de guerra.
En el Planeta Tierra hay cosas maravillosas y vivimos momentos sublimes muchos de nosotros, pero si somos sinceros, admitiremos que nuestro mundo tal y como está hoy, manejado por las guerras, el poder, la corrupción, la negación de los valores fundamentales y el engaño, no parece un escenario ideal para la felicidad y la armonía, por lo menos no para la mayoría de los que sufren y pasan carencias, así que es evidente que no deseamos ser felices en realidad, aunque digamos o creamos todo lo contrario.
Eso ocurrirá hasta que hagamos las paces dentro, donde aún luchamos contra el juicio de lo que no queremos admitir que también es parte de nuestro ser.
En el fondo nos gusta el drama y la infelicidad, y esa es la primera cosa que podemos admitir para entender dónde nos encontramos proyectando.
Absorbemos modelos de felicidad y los reproducimos. Modelos creados para limitarnos. Modelos de felicidad que nos programan para abortar la chispa de nuestra verdadera forma esencial de sentir.
No es el corazón el que los genera. Creemos amar y amamos como nos enseñaron de niños o como nos cuentan las películas o las canciones. Repetimos propaganda que nos programa para ser parte de un supuesto mundo feliz.
Un mundo feliz que nos han vendido para nosotros, cuando lo es solo para unos cuantos. Un mundo aparentemente feliz que nos libera de las verdaderas responsabilidades, una vez más, y nos deja en un absoluto estado de dependencia.
Ese es el principio de la esclavitud a la que nos sometemos voluntariamente cada día.
No deseamos asumir la responsabilidad de nuestras creaciones.
No nos atrevemos a cambiar las cosas desde nuestro verdadero poder y por eso, o bajamos la cabeza, o gritamos delante de cualquier banco mientras guardamos nuestro dinero en él, o cerramos los ojos como si nada ocurriera. Incluso algunos valientes luchan afuera avivando el fuego que hace más grande la división que existe dentro de cada uno de nosotros.
Es más fácil culpar a otros que responsabilizarnos de aquello que generamos desde dentro, desde la incoherencia que hace que yo dependa de un banco, guarde en él su dinero y luego me manifieste contra éste.
Es comprensible y maravilloso pero no es coherente si usas lo que detestas porque vas en tu propia contra. O dejamos de depender de algo o dejamos de ir en su contra si nos amamos un poco.
En todo caso podemos ir desprendiéndonos de aquello que no deseamos paso a paso, pero con amor… o la cosa no termina funcionando nunca.
No somos conscientes de que cada cosa que nos ocurre, cada segundo que vivimos, es parte de nuestra propia elección y es consecuencia de nuestra propia creación.
Ahí está el poder real, el de la decisión coherente que no proyecta un enfrentamiento sino la seguridad que no necesita luchar para ser y estar.
El mundo feliz que nos venden es el mundo que nos desconecta
de nuestra verdadera esencia.
Nos dejamos cuidar por el diablo, (diabolo = el que calumnia), por el que alimenta la ilusión de un mundo que aceptamos sin pestañear desde que nacemos. Un mundo que co-creamos sin saberlo cada vez que deseamos lo que otros nos hacen desear, pensar y sentí.
Hemos aprendido a desear lo que no queremos. Hemos aprendido a abortar nuestros verdaderos sueños. Así vivimos y así morimos.
Pero es hora de despertar a la magia de nuestro poder creador.
Es hora de hacerse conscientes y es hora de escuchar lo que nos pide el corazón.
Desde ahí no existe enfrentamiento ni lucha, solo integración.
Nos dejamos cuidar por el diablo, (diabolo = el que calumnia), por el que alimenta la ilusión de un mundo que aceptamos sin pestañear desde que nacemos. Un mundo que co-creamos sin saberlo cada vez que deseamos lo que otros nos hacen desear, pensar y sentí.
Hemos aprendido a desear lo que no queremos. Hemos aprendido a abortar nuestros verdaderos sueños. Así vivimos y así morimos.
Pero es hora de despertar a la magia de nuestro poder creador.
Es hora de hacerse conscientes y es hora de escuchar lo que nos pide el corazón.
Desde ahí no existe enfrentamiento ni lucha, solo integración.
No queremos un mundo feliz a cualquier precio. No deseamos la felicidad del inconsciente, del manipulado que sirve de ganado y es engordado para nutrir a otros. Nuestro fin no es el matadero.
Lo que nuestro corazón desea en realidad, al menos el mío, es la felicidad del consciente, del sabio, del que elige, del que es libre y desde allí actúa.
Pero para ese mundo feliz consciente necesitamos hacernos responsables, no me cansaré de repetirlo y gritarlo si es necesario, responsables de nuestros actos, pensamientos, deseos y emociones.
También de nuestra sombra desterrada por el miedo que sentimos a abrazarla, a admitirla.
Para llegar al mundo feliz consciente debemos integrar nuestro lado oscuro y hacernos responsables de lo que proyectamos.
Es tiempo de hacer la paz con nosotros mismos y de confiar en el corazón.
Solo así llegaremos al mundo verdaderamente feliz que buscamos desde nuestra esencia más pura.
Al otro mundo feliz, ese que te venden por ahí, para que este sistema monstruoso siga creciendo a nuestra costa, a ese mundo feliz lleno de desdicha… abrázalo con amor para que puedas transmutarlo de una vez, porque solo así dejará de existir.
¿Cómo?
Dejando los juicios y siendo lo que deseas ser, sin más.
Yo me animo a intentarlo y aunque fracase cada día en el intento… no pienso desistir.
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