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jueves, 2 de diciembre de 2010

Coherencia de la Conciencia Evolutiva





Materiales asociados a las Cámaras 4-6 de Hakomi

La música es un lenguaje que comunica directamente eso que no puede ser dicho con palabras. Cuando tú te encuentras con el ritmo, la melodía, el timbre y la armonía –los componentes de la música— tú primer instinto es rendirte a su lenguaje. Tú cruzas hacia dentro del misterioso mundo de su presencia creativa donde un puente puede ser construido y la integración entre estos dos mundos puede ser creada.

El instrumento humano absorbe el sonido presente en la música y puede, si la música es sintonizada apropiadamente, formar una resonancia solidaria con la música. Similar a dos diapasones que resuenan a la misma frecuencia cuando solamente uno es golpeado, el instrumento humano puede ser un sistema resonante en el que su estructura celular y atómica es arrastrada por la música –o más específicamente— por las frecuencias vibratorias contenidas en las armonías de la música.

La estructura atómica del instrumento humano es un sistema vibratorio armónico. El núcleo vibra, y los electrones en sus orbitas vibran en resonancia a su núcleo, pero ¿el núcleo con que resuena? ¿Cuál es la vibración primaria que establece la expresión vibratoria de un instrumento humano? ¿Y puede esta vibración cambiar o adaptarse –en el sentido de migrar hacia nuevos niveles de vibración que estén más alineados y apoyen más el propósito espiritual en el que el alma humana eligió encarnar?

La humanidad moderna ha sido desorientada por el sonido y la música –de hecho, le cantan para que ella duerma. El mundo material de la vibración sónica ha atrapado al instrumento humano, manteniendo reprimida y disminuida la vibración original del alma humana. Esta condición crea un sentido de separación resaltado, lo que a su vez crea una amplia gama de ansiedad no especificada que es difícil de identificar, y en consecuencia, de resolver.

Es a esta vibración de separación y ansiedad a la que la mayoría de los humanos se someten, y como sistemas resonantes, inconcientemente nutren y promueven. Pero la verdad es que la vida es espíritu encapsulado, y toda la vida es parte de una presencia creativa unificada que vive por debajo del mundo material como un canal de movimiento vive debajo del sólido y opaco hielo de un río congelado.

Usando esta analogía, la música puede romper el hielo y permitir que el individuo estire sus manos hacia el agua y sienta este movimiento –esta corriente de vida universal que surge indiscutiblemente justo debajo de la superficie del mundo material. Esta es la experiencia de reconexión que cura el sentido de separación tan poderosamente tejido dentro de la condición humana. La música de las Cámaras 4-6 tiene la intención de restaurar y apoyar este sentido de reconexión.

Dentro de los campos de estudio esotéricos, se ha sabido desde hace mucho tiempo que el sonido es la forma más poderosa de avanzar más allá de la separación y reavivar el sentido de integración entre el sistema corazón-mente-cuerpo-alma. La música, propiamente sintonizada y orquestada, es como una aguja e hilo que cosiendo reúne estas partes de la entidad humana no en una unión permanente, sino en un alineamiento y coherencia manejables.

Es esta alineación y coherencia lo que permite que tu trabajo espiritual surja y florezca, y el sonido es el puente que conecta el “archipiélago” del sistema corazón-mente-cuerpo-alma. Uniéndolos en una coreografía singular o sistema en servicio al propósito nativo y original de la conciencia individualizada. (Ver Figura 1)
Eso no significa que tú necesariamente te vuelvas un sanador o un maestro de los trabajos espirituales. El propósito original del instrumento humano y alma –como un equipo unificado— es armonizar la conciencia desde la densidad de la supervivencia material hasta las vibraciones más altas del amor. Esta armonización no está normalizada por las definiciones de bondad y maldad o correcto y equivocado. Se trata exclusivamente de llevar las vibraciones dispares hacia el interior de la armonía y construir coherencia entre los dos polos de supervivencia y amor divino.

El espíritu se convierte en materia a través de vibraciones de sonido, y similarmente, la materia se convierte en espíritu a través de las armonías del sonido. Es una transferencia reciproca de energía –una que la ciencia justo está comenzando a entender ahora. Desde los tiempos prehistóricos, los humanos han sabido que la música modifica el entorno y nuestra relación con el tiempo y espacio, pero ahora la ciencia está revelando que la música también modifica nuestra estructura celular, nuestros centros de energía (chacras), y la coherencia entre nuestra sustancia total (sistema corazón-mente-cuerpo-alma).

En el estudio del fenómeno de las ondas conocido como cimática, las ondas de sonido producen un efecto en la materia inerte, estructurando su geometría, incluso sus formas arquetípicas. Esta mera relación causa y efecto de las ondas de sonido en la materia es lo que produce el efecto en los niveles atómicos y celulares del instrumento humano. Sin embargo, es más que solamente expresiones físicas de las ondas de sonido. Hay armonías dentro del sonido que se extienden dentro de las frecuencias más arriba y más abajo del rango audible del oído humano, pero sin embargo impactan la estructura vibratoria del ADN del instrumento humano, la estructura mente-cerebro, y el sistema nervioso central.

La estructura vibratoria del instrumento humano, la cual incluye el cuerpo, emociones, y las estructuras de la mente, es una demostración perfecta de frecuencias no-alineadas. Las vibraciones de un órgano son diferentes a las del otro –por decir el estomago cuando es comparado con el corazón. La vibración de la mente genética es diferente a las emociones; el chacra de la corona es diferente de la vibración de la glándula pituitaria. El instrumento humano es una colección extensa de sistemas vibratorios, cada uno operando en servicio al resultado funcional que sirve a las necesidades materiales del instrumento humano para que sobreviva en el mundo físico y evolucione hacia los mundos espirituales de la Primera Fuente. Estas frecuencias opuestas crean la condición de intencionalidad flotante –que resulta en la difusión de la intención y voluntad del individuo.

Debido a que la estructura vibratoria del instrumento humano está desalineada y es asimétrica, es una colección de vibraciones operando en una gran variedad de sistemas resonantes. Hay sonidos raíz que son primarios y, debido a su estatura primaria, son causales. Estos sonidos raíz son inaudibles, pero sin embargo brindan una frecuencia orquestante que aporta un cierto grado de coherencia al instrumento humano.

Mantras, especialmente como eran aplicados en las escuelas esotéricas de sonido y luz, fueron diseñadas para fortalecer las frecuencias raíz o vibración fuente que establece la vibración unificada de cada instrumento humano. Es esta Vibración Fuente la que generalmente define la forma descendente en la que el instrumento humano se manifiesta en el dominio físico, así como el sendero de ascensión sobre el que evoluciona.



La Vibración Fuente del individuo se entremezcla con el mundo de las formas conforme se manifiesta el instrumento humano. Esta es la “Sopa Vibratoria” del mundo externo que impacta, e influencia, al instrumento humano. Esta sopa vibratoria, particularmente en lo que se refiere a la tecnología, actúa para disminuir la Vibración Fuente en el espacio de la conciencia humana. Esta Vibración Fuente es análoga a lo que –en las escuelas esotéricas— denominan como el latido del alma.

La Figura 2 representa esta relación global entre la conectividad interna de la conciencia individualizada de la Primera Fuente (Dios), y su interfaz con el mundo externo de formas y densidad vibratoria. El sonido espiritual ayuda a crear una Zona de Intercambio entre el instrumento humano y la sopa vibratoria del mundo de formas. Esta Zonas de intercambio apoyan la misión y propósito del instrumento humano, evitando su contaminación vibratoria como un recipiente para el alma humana y una salida de la expresión de Sonido y Luz de la Primera Fuente, o lo que algunas veces se denomina Para Vach.

Para Vach es el Sonido y Luz Primordiales Causales que trascienden tanto la manifestación como la no-manifestación. Es el Aliento de la Primera Fuente más allá del cosmos que crea, vitaliza, y pone en movimiento la sustancia vibratoria de la materia. Trasciende la manifestación de luz y sonido aún cuando existe en su estado más puro y luminoso.

Hay referencias en virtualmente todos los textos religiosos, así como en la física y la cosmología que describen –por muy indirectamente que sea— el Para Vach. En la Biblia es la Palabra hecha carne; es la Nada de los Upanisháds; el Kalma-I-ilahi o sonido interno del Corán; el Hu de los Sufí. La música de las esferas de la filosofía de Pitágoras; es el Fohat en el Budismo; y el Kwan-Yin-Tien en el misticismo Chino. Sin importar su nombre o definición precisa, es causa fundamental de todo sonido y toda luz dentro del Gran Universo, el cual a su vez es la causa fundamental de toda manifestación.

Es esta conexión la que está incrustada dentro de cada uno de nosotros. Es nuestra fuente de vibración pura sobre la que vivimos como seres infinitos. El Libro, Cosmogonía Liminal, dice como sigue: Desde el Padre Oculto se originan las armonías de Luz y Sonido –los códigos universales de unidad –que son destilados dentro de sus Brillantes Hijos en los mundos de forma. Sin embargo, los mundos de forma pueden adulterar y contaminar esta conexión y vibración sutil, de ahí que la Zona de Intercambio sea un concepto esencial de entender.

La armonía es el principio gobernante de la Zona de Intercambio, y la música –adecuadamente sintonizada— puede ayudar a crear, dirigir, y sostener este sentido de armonía. Si la Zona de Intercambio es correctamente manejada brindará un amortiguador entre el alma humana y los mundos de forma que ejercen presión sobre ésta. Este es un resultado de la densidad de vibración en el interior de los mundos de forma que inadvertidamente, y, en algunos casos, intencionalmente, disminuyen el estado vibratorio del contenedor del alma humana –el instrumento humano— a la tasa vibratoria de la materia.

Música sagrada, cantos, mantras, y vibraciones armónicas son el efecto compensatorio de esta densidad vibratoria, y es la manera más potente en el sentido de dirigir y sostener la armonía inherente de la Zona de Intercambio que nos rodea a cada uno de nosotros. En un estado meditativo, el sonido de la voz de uno cantando un mantra o el nombre sagrado de la primera fuente es muy poderoso, particularmente si uno está visualizando e imaginando activamente una Zona de Intercambio armoniosa.

Hay líneas de melodía incrustadas dentro de la música de las Cámaras Hakomi 4-6 que pueden ser internalizada y usadas como una “escoba” armónica para barrer las vibraciones más densas que pueden acumularse dentro de tu Zona de Intercambio. Este procedimiento no requiere una buena voz, y de hecho, pueden ser más potentes si se expresa dentro de tu conciencia en lugar de hacerlo por medio de tus cuerdas vocales y boca.

Un discurso
será publicado en los meses siguientes que proporcionará mayor profundidad de introducción y aplicaciones prácticas relacionadas a la Zona de Intercambio y su papel en dar apoyo y facilitar la conciencia evolutiva.
Desde mi mundo al tuyo,

James (Jaime)

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