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lunes, 20 de junio de 2016

Antroposofia o “conciencia de su humanidad”...


 Pintura de DANIEL HABEGGER

“La Antroposofía es un camino de conocimiento que quiere conducir lo espiritual en el hombre a lo espiritual en el cosmos.”
Rudolf Steiner


En lo más profundo de su ser, el hombre del presente busca como alimento para el alma algo que las universidades no pueden darle y que antaño recibía de la tradición y la fe. Instintivamente presiente que, en su interior más recóndito, yacen inmensas fuerzas de las cuales podría hacer fructífero uso; y así como anhela poseer un mayor conocimiento de estas fuerzas, ansía también encontrar respuestas para las verdaderas preguntas que surgen en él sobre los misterios de la vida.

Antroposofía es un camino que quiere conducir al conocimiento de esas fuerzas, ocultas en cada hombre, en forma metódica y disciplinada, a la vez que contesta a los profundos interrogantes que nos plantea la vida no como teoría abstracta sino como realidad viviente.

Dice Rudolf Steiner:
“Toda verdad que no es al mismo tiempo una fuerza vital es una verdad estéril, y todo pensamiento que no va al alma porque no está impregnado de sentimiento es un pensamiento muerto.”


La ciencia actual nos muestra una parte de la realidad, la que abarca los fenómenos accesibles a los sentidos físicos. Rudolf Steiner la amplía y complementa, sentando las bases de una ciencia de lo espiritual que estudia objetivamente las leyes de lo suprasensible, iluminando a las distintas esferas de la cultura humana como a un todo en donde lo científico se interrelaciona con el arte y la religión.

La antigua sabiduría que vivió una vez en forma atávica en el hombre, vuelve con la Antroposofía, transformada y cristificada, en concordancia con una nueva época de conciencia, donde el conocimiento debe construirse desde la conquista del pensar y sin que ningún tipo de coacción violente el sagrado ámbito de la libertad del individuo.

Antroposofía quiere decir literalmente: sabiduría del hombre (anthropos-sophia), y hoy significa “conciencia de su humanidad”.


Como muy pocos hombres en la historia, Rudolf Steiner combinó las capacidades de científico, artista y vidente. Nacido en un pequeño pueblo del imperio austro-húngaro, Kraljevec, era hijo de un jefe de estación de ferrocarril.


La educación en sus primeros años, ayudada por su particular sensibilidad y aptitud, fue asumida por su padre, y ya en el colegio secundario se inclinó por la rama de las ciencias, dedicándose al mismo tiempo, para pagar sus estudios, a dar clases particulares, que lo obligaron a adquirir por sí mismo conocimientos de literatura y filosofía.

Cursó luego en el Instituto Tecnológico de Viena y años después recibió su doctorado en filosofía en le Universidad de Rostock, Alemania.

En esa época (contaba 23 años) fue llamado a Weimar para trabajar en los archivos de Goethe, donde preparó la edición de la obra científica del famoso autor alemán. Más tarde, en Berlín, colaboró en la edición de una revista literaria progresista y ejerció como maestro en historia y ciencia en una escuela para obreros.


Desde muy temprana edad tuvo experiencias directas de las realidades profundas que actúan por detrás de los fenómenos físicos cotidianos, y buscó una comprensión científica de la percepción e interrelación de estos dos reinos. Uno de sus primeros libros, “La Filosofía de la Libertad”, aborda los dos problemas fundamentales de la vida anímica humana: si el hombre, como ser dotado de voluntad, puede llegar a ser realmente libre, y si existen elementos de su naturaleza esencial que le sirvan de base para el conocimiento.


Alrededor del año 1910, en respuesta a insistentes pedidos, comienza su actividad como conferencista, autor y pedagogo, que lo lleva a la mayoría de los países europeos.


También en la última etapa de su vida, siempre a partir de preguntas concretas que se le formularon, da las indicaciones para una nueva pedagogía, una ampliación de la medicina, una agricultura biológica-dinámica, una arquitectura orgánica, un impulso renovador para las artes que incluye la creación – junto con Marie Steiner – de la euritmia como el nuevo arte del movimiento. Asimismo, de sus indicaciones nace un movimiento para la renovación de la vida religiosa.

Pero una de sus preocupaciones centrales fue la cuestión social, para la que propone, como imperioso desafío para nuestro tiempo, avanzar hacia un orden nuevo basado en la conformación ternaria del hombre y de la sociedad.

Trabajador infatigable, al morir estaba experimentando un medicamento a base de muérdago para curar el cáncer.
No hubo ámbito de la cultura humana al que Rudolf Steiner no iluminara desde su conocimiento espiritual, evidenciando que él no era un místico o, mucho menos, un excéntrico, sino un científico que se atrevió a penetrar en los grandes misterios de la vida.

La Antroposofía en el mundo

En las colinas de Dornach, muy cerca de Basilea, Suiza, se alzan, muy familiares, las formas orgánicas del “Goetheanum”, el edificio para la Escuela Superior Autónoma para la Ciencia Espiritual, desde donde se coordina el quehacer antroposófico en el mundo en sus diversas manifestaciones. Cuenta con una gran sala para la representación de los Dramas Misterio, donde también se realizan diversas representaciones artísticas y congresos, y lugar para exposiciones y bibliotecas.

Muy cerca de allí, en Arlesheim, está el centro terapéutico donde se inició el trabajo con la medicina antroposófica. Diseminados en los cinco continentes, con fuerte preeminencia en Europa, hay escuelas, clínicas, centros de arte y artístico-terapéuticos, centros de estudios sociales, seminarios de formación docente y terapéutica, granjas biológicas dinámicas, bancos y otros emprendimientos ligados al impulso antroposófico.

Son muy conocidas en diversos países las aldeas Camphill para niños que requieren de cuidados especiales, en tanto que la pedagogía Waldorf, cuyas escuelas se multiplican en el mundo, ha merecido el reconocimiento de la Unesco.

En Buenos Aires y sus alrededores, además de escuelas y jardines de infantes Waldorf, hay centros de pedagogía curativa para niños con dificultades así como centros terapéuticos. Estos impulsos también están surgiendo en el interior del país, donde además en diversos emprendimientos se cultivan campos con el método de la agricultura biológica-dinámica.


Son iniciativas que quieren trabajar en el mundo partiendo de los lineamientos legados por Rudolf Steiner, mostrando que otros y nuevos caminos son posibles. Aquellos que se acercan a ellos buscando algo nuevo para sí y para sus hijos, descubren que no se trata de meras teorías sino que en esos caminos viven fuerzas capaces de iluminar y fructificar todos los aspectos de la vida. fuente

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