Mensajes y manipulación subliminales
Dr. José María Campos (Clemente)
Médico clínico, investigador, escritor, y monje en Figueira
Según el diccionario, en psicología, subliminal es un “estímulo que por su debilidad o brevedad no es percibido conscientemente, pero influye en la conducta” .
No es suficientemente intenso para penetrar en la consciencia, aunque por la repetición o por otras técnicas puede alcanzar al subconsciente, afectando emociones, deseos, opiniones.
Mensajes subliminales son, por lo tanto, los que nos envían disimulada y ocultamente, por debajo de los límites de nuestra percepción consciente y que influyen en nuestras elecciones y actitudes, y motivarán nuestras decisiones posteriores.
Entran en nuestra mente de forma subrepticia y allí permanecen inertes, latentes, y se activan sólo en el momento oportuno.
De modo general no se tiene idea de lo que es un mensaje o manipulación subliminal. Sin embargo, con seguridad todos ya fueron y aún pueden estar siendo sus víctimas.
Hoy en día, un gran número de empresas, gobiernos, religiones y agencias de propaganda y publicidad usan mensajes subliminales porque son sumamente efectivos.
El éxito de esos grupos consiste en: primero, negar que utilizan técnicas de manipulación; y segundo, negar la idea de que tales mecanismos sean capaces de inducir a las personas a estados de consciencia pasibles de control.
Esas sugestiones ocultas, que solamente el subconsciente percibe, son una forma de inducción hipnótica.
En las últimas décadas, investigadores y psicólogos se empeñaron en crear técnicas astutas para distraer a la mente consciente e introducir mensajes subliminales en el subconsciente, con intenciones y contenidos muy específicos.
Técnicas para embutir mensajes subliminales
Una de las técnicas usa sonidos por debajo del nivel audible para disimular mensajes sonoros entre la música, por detrás de la comunicación hablada o por medio de técnicas aun más sofisticadas.
Grandes comercios o redes de supermercados pueden estar usando esos sonidos o mensajes por detrás de la música de fondo.
También pueden usar jingles, que según el diccionario, son “mensajes publicitarios musicalizados, que consisten en estribillos simples de corta duración, específicos para ser recordados y tarareados con facilidad”.
En poco tiempo acaban impregnando la mente y el subconsciente de las personas con sus inducciones subliminales.
Una de las intenciones preconizadas para su uso es la de prevenir robos; sin embargo, la intención real es mucho más insidiosa que esa, aparente.
Comandos como obedezca – compre más – gaste – duerma – lo estamos vigilando, pueden estar siendo repetidos innumerables veces, en voz ritmada y monótona, en volumen bajísimo.
Son introducidos directamente en el subconsciente, para burlar los mecanismos de defensa de la mente consciente.
El subconsciente, entonces, es forzado a producir sensaciones inducidas por los comandos y deja de crear el estado de alerta, que nos pone más atentos frente a algo que puede estar errado.
Como se ve, la intención del mensaje subliminal no es manipular el consciente, sino estimular sentimientos y sensaciones, tales como temor – odio – amor – euforia – sopor, inducidos por los comandos.
Y, lo más grave, es que el mensaje también puede producir estados alterados de consciencia.
Estados alterados de consciencia Dick Sutphen, teósofo y estudioso de la hipnosis y estados afines, relata una experiencia de manipulación subliminal, en la cual participó: “Fui con un grupo a una reunión en un auditorio de Los Ángeles donde más de diez mil personas se reunían para escuchar a una figura carismática.
Más o menos veinte minutos después de haber llegado, percibí que entraba en un estado alterado de consciencia y salía de el. Los que me acompañaban,experimentaban lo mismo.
Debido a nuestra cuidadosa observación, percibíamos lo que ocurría, pero los que nos rodeaban no percibían nada.
Lo que parecía ser una demostración espontánea era, de hecho, una astuta manipulación”.
Según él, la inducción al trance grupal, en este caso, se debía a una vibración de seis a siete ciclos por segundo que sonaba junto al sonido del aire acondicionado.
Esa vibración en particular genera ritmos alfa que dejan a las personas sumamente susceptibles a las sugestiones.
Casi un tercio de la población global es capaz de entrar en semejantes estados. Otra técnica de manipulación subliminal es la de “embutir”.
En esta, los mensajes visuales están disimulados entre los fotogramas y se proyectan tan rápido que no llegan a verse.
Consiste en imprimir comandos de forma tenue y casi borrada en el fondo de cuadros impresos.
El resultado final es prácticamente invisible a los ojos. Las computadoras, hoy en día, hacen esto de forma rápida y automática.
Imprimen un mosaico de fondo con palabras como duerma, obedezca, sexo, etc., mensajes que nadie advierte.
Los impresos, como diarios, revistas, libros para adultos y para niños, pueden contener mensajes escritos, imágenes y símbolos embutidos en el fondo.
De esta forma, los mensajes disimulados y repetidos van debilitando el subconsciente, el cual nos alertaría frente a comandos ocultos.
La técnica de embutir es la más común de los mensajes subliminales.
Televisión
La TV hace mucho más que entretener, también es capaz de producir estados alterados de consciencia.
En estos la persona usa más el hemisferio derecho del cerebro, donde se liberan neurotransmisores opiáceos –las endorfinas–, substancias químicamente casi idénticas al opio. Bajo sus efectos, la persona experimenta sensaciones agradables y siempre va a desear repetirlas.
Investigaciones hechas por H. Krugman muestran que mientras las personas ven televisión, la actividad del hemisferio derecho del cerebro excede a la del izquierdo en relación de dos a uno.
Esto significa que, influenciadas por la TV, las personas comienzan a presentar estados alterados de conciencia
Y con frecuencia están en estado de trance, ya que la TV les proporciona su “dosis fija” de endorfinas opiáceas.
Para medir el estado de atención y de vigilia de las personas frente al televisor, el psicologo Thomas Mulholland realizó el siguiente experimento: conectó telespectadores jóvenes a aparatos de electroencefalografía.
El aparato estaba conectado a un cable que interrumpía la transmisión cada vez que la actividad cerebral de los jóvenes producía un aumento de ondas alfa.
Aunque se les pidiese que se concentrasen en lo que se estaba exhibiendo, ¡sólo algunos conseguían mantener el aparato conectado por más de 30 segundos!
Muchos telespectadores ya viven hipnotizados, y resulta muy fácil profundizar en ellos el estado de trance.
La manera más simple consiste en insertar un fotograma negro cada treinta y dos fotogramas de la película.
Esto crea una pulsación de cuarenta y cinco pulsos por minuto que sólo el subconsciente percibe, y este es el ritmo ideal para provocar una hipnosis profunda.
Hasta la edad de dieciséis años, los niños habrán pasado más de quince mil horas viendo TV, mucho más tiempo del que pasan en la escuela.
Un televisor, en promedio, permanece conectado casi siete horas por día en una casa normal, de acuerdo con las estadísticas de los años ochenta, y esto aumentó.
Hoy, muchas personas se dirigen rápidamente hacia un mundo en “estado alfa”: mirada plácida y vítrea, y respuesta pronta y obediente a las instrucciones y a los comandos.
Supongamos que una película muestre sesenta fotogramas por segundo y que nuestra percepción registre apenas cuarenta y cinco por segundo. Si en uno de estos se proyecta una botella de una gaseosa, el consciente no lo notará, pero el subconsciente sí.
Si se proyectara cinco o seis veces durante la película, al final la persona podrá sentir súbitamente un deseo incontrolable e inconsciente de tomar la gaseosa, ¡aunque no tenga hábito de beberla o no sea su favorita!
En los Estados Unidos se realizó una experiencia para probar la eficacia de esta técnica. En una película se proyectó varias veces, en flashes rápidos, el mensaje: “eat popcorn”, que en español significa “coma pochoclo”.
A la salida del cine se colocó un carrito de pochoclos y la fila para comprarlos llegaba a la otra esquina.
Una tercera y efectiva técnica de manipulación subliminal es la de “enmascarar”, en la cual astutamente se incorporan mensajes subliminales al material impreso (cuadros, dibujos) o grabado.
Lavado de cerebro
Cuando se empiezan a combinar mensajes subliminales por detrás de la música, a proyectar escenas subliminales en una pantalla, a producir efectos visuales hipnóticos, a oír ritmos musicales que inducen a un estado de trance, se consigue un lavado de cerebro extremadamente eficaz.
Si alguien piensa que existe alguna ley contra todo esto, sepa que no la hay.
Existen fuerzas ocultas y oscuras que obviamente pretenden que las cosas continúen así como están, y que la humanidad permanezca bajo control.
De modo que nos resta vigilar y orar siempre, porque no hay tinieblas que resistan al poder de la Luz