Ha llegado el momento en el que debemos conectarnos con la “otra realidad,” la que siempre fue y pocos conocían. Lo único que debemos hacer es sintonizarnos con la energía del cambio y no resistirnos a ésta. Es tiempo de despojarnos de todo aquello que no nos sirve, que nos demanda esfuerzos banales e involutivos, debilitándonos en el destino final que es el reencontrarnos con el sentido de nuestra evolución verdadera.
El caos y la confusión que se presentan son una consecuencia inevitable del traspaso de frecuencias que se lleva a cabo. El paulatino colapso del sistema regente es inevitable y ha de llegar para que sea reemplazado por otro que será puesto en marcha desde una nueva conciencia y para que sirva a todos los hombres por igual. A medida que las personas empiecen a despertar y reconectar su esencia, comenzarán a ver lo que no vieron y se alejarán de todo esfuerzo banal, reorientando sus experiencias de vida, aprendiendo a ser co-creadores conscientes de la nueva realidad. El caos y la confusión serán inevitables, ya que muchas fuerzas arraigadas en lo involutivo, en el sistema en agonía, se aferran a la seguridad y el poder que les entrega lo externo, debido a que no saben como sobrevivir en un mundo nuevo en el que comienza a prevalecer la esencia divina del ser humano.
Todos aquellos que logren despertar primero, asimilando y acomodándose a las nuevas y cambiantes frecuencias que se presentan, podrán entender y manejarse frente a los continuos cambios de escenarios, producto de la transformación. La tarea de quienes se encuentren en esta posición será la de no acoplarse a la consecuente polaridad del cambio. Las fuerzas polarizadas se manifiestan como resultado de la materialización de las respuestas emocionales del ser en crisis y de la impotencia que les genera la falta de sustento y refugio que otorga un sistema en franca degradación. Posturas enfrentadas de ideologías, de políticas, de intereses, emocionales, sociales, etc., son reacciones propias de quienes no se encuentran alineados con los nuevos patrones energéticos y que no saben situarse por encima del conflicto desencadenado como consecuencia del proceso evolutivo en marcha.
La postura a adoptar por aquellos que comienzan a cobijarse en el amparo que les provee lo sagrado como reemplazo de lo profano, debe ser la de la paz interior, la comprensión y la compasión, el trabajar con la intención, el equilibrio y por sobre todas las cosas poner todo en práctica desde el amor. Se debe estabilizar y neutralizar la energía producida por el miedo, la inseguridad e inestabilidad que muchos liberarán durante el transcurso de los acontecimientos. Nada de esto sucedería si todos juntos pudiésemos lograr la comprensión y la asimilación del colapso de lo antiguo como algo necesario, para dar paso a algo nuevo, logrando un cambio ordenado de un sistema a otro.
Las cosas deben suceder, muchos lo sienten en lo más profundo de su ser, saben que han de tomar conciencia que serán los encargados de mantener la paz y la cordura en apoyo a un proceso que nos liberará de todo aquello que ha mantenido a la gente aprisionada, atada y ciega evolutivamente. Todo aquel que abrace cualquier energía que no fuera la del amor por la vida, el amor por sí mismos y por el prójimo, se sentirán incómodos frente a las nuevas energías ya que se resistirán a un mandato superior y sólo estarán retrasando con su propio sufrimiento, lo inevitable. Si no están dispuestos a integrar y reconocer la energía superior como suya propia, proyectarán la ira, el odio, el descontento, y el miedo como resultado de su resistencia.
Quienes no sean capaces de aceptar los llamados a una nueva forma de vida y se resistan a aceptarlo, proyectarán sus emociones de no unidad sobre los demás, pues cuando experimentan la energía de la Unicidad por vez primera, sienten un vacío y reaccionan exactamente de manera opuesta a como deberían. Ya asoman señales inequívocas de que la crisis interna del hombre se manifiesta en todo lo que el mismo hombre creó externamente. Las personas tienden a conservar intactos, todos sus bienes y pertenencias, sin saber que con ello se arraigan a la crisis. El saber liberar, abandonar y reemplazar por lo nuevo, son factores indispensables en un proceso de cambio. Sería tonto defender un objeto sin valor real, poniendo en riesgo lo valioso que tenemos: nuestras vidas.
Las muestras de la caída del sistema están por doquier: crisis energética, crisis financiera, crisis política, crisis ecológica, etc., etc. Las nuevas energías aceleran el proceso de creación mental. Todo pensamiento, toda emoción que liberemos, tendrá una rápida respuesta en nuestra realidad. Estamos materializando el cambio, porque la crisis y el cambio se gestan al mismo tiempo en nosotros. Debemos aceptar con conciencia que el mundo futuro depende de nuestra propia capacidad co-creadora para concebir ese futuro.
El poder se transfiere desde los grandes imperios que dominaron el mundo durante la noche oscura de la conciencia, hacia cada uno de los habitantes de la Tierra. El futuro del planeta será diseñado desde nuestras propias necesidades y no las de los imperios y las fuerzas involutivas, por lo tanto, toda aspiración errónea nacida del ego y el servicio a uno mismo, por sobre el interés común, no tendrá cabida. Cada uno de nosotros siente en lo más profundo de nuestro ser el hartazgo hacia el desgarro del alma provocado por un sistema injusto y desequilibrante surgido del odio, la ambición, los rencores y la falta de compasión.
Cuando la transformación va ganado a cada habitante del planeta trae como consecuencia una transformación en los eventos mundiales profetizados, porque cuando la conciencia de cada uno de nosotros se eleva, se eleva también la frecuencia de manifestación de la nueva realidad planetaria. La red cuántica que nos une se va lentamente “infectando” de nueva conciencia de luz, limpiando así la inconciencia oscura que domina el mundo actual. Debemos tomar conciencia y aceptar finalmente nuestro papel dentro de la creación, del impacto que generan nuestras fuerzas emocionales y de pensamiento en el todo. Nuestro desafío es renacer dentro de nosotros mismos, dentro de nuestros propios cuerpos, estableciendo primeramente una nueva relación con nosotros mismos para posteriormente adoptar una nueva relación con lo creado. No lograremos transformar el mundo sin antes transformarnos nosotros.
Somos seres maravillosos con un enorme potencial, sin reconocer la capacidad que tenemos a nuestra disposición para crear realidades. Somos unidades cuánticas capaces de absorber energía comprimirla, procesarla en nuestros corazones y devolverla a la creación en la forma de emociones puras con conciencia, en la forma de amor incondicional.
Este proceso no es el fin del mundo como muchos quieren verlo, es el principio de un mundo nuevo en otra frecuencia y en otra realidad. Todo parto es doloroso, pero permite el nacimiento de algo nuevo. No permitamos más crucifixiones, es tiempo de renacimiento en vida.
¡Somos capaces y podemos!
¡Qué la Nueva Conciencia los Abrace!
Brad Hunter
Ha llegado el momento en el que debemos conectarnos con la “otra realidad,” la que siempre fue y pocos conocían. L o único que debemos hacer es sintonizarnos con la energía del cambio y no resistirnos
solo el perdón a través del amor
liberará al hombre de su ego.
liberará al hombre de su ego.
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