La Ciencia de la Conciencia de las Estrellas:
CIENTÍFICO INVESTIGA LA POSIBILIDAD DE QUE LAS ESTRELLAS SEAN SERES CONSCIENTES.
La ciencia de la conciencia de las estrellas: desde milenios atrás la
mente religiosa ha considerado la posibilidad de que las estrellas sean
seres conscientes, ahora la ciencia retoma esta resplandeciente
posibilidad
La idea de que los cuerpos celestes tienen
conciencia resulta disparatada para la ciencia establecida, pero no para
la religión y la filosofía hermética que desde hace miles de años han
estudiado secretamente esta posibilidad.
Decirle a un científico que el
Sol tiene conciencia de sí mismo y posee una voluntad sería
inmediatamente recibido como la declaración de una conciencia primitiva,
enteramente animista –de la que la ciencia se enorgullece de haber
superado hace siglos.
Y sin embargo esta intuición poética de una
inteligencia cósmica ha atravesado el tiempo, reapareciendo en mentes
diversas, resistiéndose a ser domesticada, como una salvaje conexión con
lo que el poeta Allen Ginsberg llamó ”la estrellada dinamo de la
maquinaria de la noche”.
Las voces de las estrellas en nosotros son
difíciles de callar del todo.
Ahora resurge dentro de la misma
ciencia legitimada que ha sanitizado las ideas, pero que ante la
incomensurabilidad del cosmos y las propiedades “espectrales” de la
materia subatómica, de vez en cuando debe recurrir a la imaginación para
intentar entender el universo.
El Dr. Gregory Matloff, académico del
New York City College of Technology, planeta la hipótesis de que la
conciencia estelar podría resolver el enigma de por qué las estrellas
giran alrededor de los centros galácticos a una velocidad superior a la
que se esperaría si solo se cuenta la materia observable del universo.
Generalmente se conjura la existencia de la materia oscura para explicar
el movimiento estelar, pero la materia oscura permanece elusiva e
indetectada –por lo pronto materia de ciencia ficción. Matloff se sirve
de la ciencia ficción para proponer una teoría de la conciencia estelar
para explicar la velocidad de las estrellas: en su novela Star Maker,
Olaf Stapledon juega con la idea de que las estrella podrían tener una
forma de conciencia.
Matloff considera plausible, aunque acepta que no
existen pruebas concluyentes, que las estrellas mantienen su posición
galáctica a través de la acción volitiva, apelando al efecto Casimir
como explicación generadora esta conciencia estelar.
Una
posible explicación física para la moción estelar anómala es la
psicokinesis. La hipótesis presentada aquí es que la “mente” o la
conciencia de una estrella sintiente puede actuar directamente sobre las
propiedades físicas (en este caso la velocidad galáctica) de la
estrella.
Aunque no se pretende que la psicokineses sea parte
de la física establecida o la psicología, al menos un estudio teórico
indica que es posible dentro del marco aceptado de la mécanica cuántica.
De acuerdo a los argumentos presentados en este estudio, la conciencia
(o la mente) puede influir directamente en las propiedades de un sistem
físico utilizando la energía presente en las fluctuaciones de la
mecánica cuántica.
La conciencia podría hacer esto afectando el colapso
de la función de onda en el sistema hacia un estado cuántico deseado.
Seguramente esto suena como herejía para el mainstream de la ciencia,
pero si concedemos que el misterio del universo de ninguna manera ha
sido resuelto y que es una propiedad fundamental, al menos de la
realidad humana, ver reflejado en el mundo lo que pensamos sobre el
mundo, esta teoría resuena con fibras profundas de formas de
conocimiento alternativos, como puede ser la intuición o la imaginación
poética.
Matloff, sin embargo, intenta formular un argumento científico
para explicar el surgimiento de la conciencia en los hornos de las
estrellas:
Los conceptos desarrollados en este trabajo aceptan
que la conciencia, como la gravedad, está adherida a la estructura del
universo. Como la gravedad no puede ser explicada invocando a la materia
y a los campos de manera independiente; requiere de su interacción.
Varias teorías de la conciencia orgánica basadas en la física cuántica
postulan que un campo universal de conciencia interactúa con
nanoestructuras eléctricas dentro del sistema nervioso.
En animales como
el ser humano el espacio intersináptico de~20-nm dentro de la
estructura neuronal del cerebro ha sido analizado por Evan Harrus Walker
como la locación de los eventos a nivel cuántico que contribuyen a la
conciencia.
Pero todas las células eukaryotas contienen microtúbulos.
Como es sugerido por Lynn Margolis, una forma de “conciencia microbial”
podría estar basada en estas nanoestructuras.
Un acercamiento
desde el efecto Casimir a la conciencia estelar. Se asume que la
interacción dentro de las fluctuaciones cuánticas produce una forma de
conciencia en todos los enlaces moleculares, aunque esta es más débil
que las formas de conciencia afectadas por las interacciones de las
fluctuaciones del vacío con las nanoestructuras orgánicas como los
microtúbulos y el espacio intersináptico.
En otras palabras, la
conciencia sería una propiedad emergente del vacío cósmico, el cual se
comporta de la misma forma que las partículas discretas de energía
(quantums). Este pampsiquismo tendría diferentes interacciones, de mayor
o menor fuerza, según la complejidad de las moléculas que se forman.
El
“yo” que identificamos con la conciencia no es una propiedad
fundamental de ésta sino una consecuencia de una forma de autopercepción
de la misma.: la conciencia existe antes y más allá de un ente que la
integre o identifique como suya.
Matloff se cuestiona cómo
comunicarnos con estas hipotéticas inteligencias estelares cuyas vidas
son tan largas que un siglo nuestro les parecería menos de un segundo. E
incluso como prevenir una guerra entre inteligencias planetarias e
inteligencias astrales.
Otros científicos ya se han hecho las
mismas preguntas. Recientemente el biólogo Ruper Sheldrake en su libro
La Física de los Ángeles:
Nuestro acercamiento a un nuevo
paradigma científico (ya no mecánico) es con la idea del universo como
un organismo viviente.
El Big Bang describe el origen del universo como
una pequeña, indiferenciada unidad. Luego el universo evoluciona y crece
y nuevas formas y estructuras aparecen a su interior. Esto se da más
como un organismo que como una máquina.
La vieja idea de la Tierra
muerta ha dado paso a Gaia, la idea de la Tierra viviente. La vieja idea
del universo sin creatividad, ha dado paso a la evolución creativa.
Primero en el reino de las cosas vivas, por Darwin, y ahora vemos que
todo el cosmos está en proceso de evolución creativa.
Así que si todo el
universo está vivo, si el universo es como un gran organismo, entonces
todo lo que contiene se entiende mejor como organismos que como
máquinas.
La segunda pregunta que viene a la mente es: bueno,
si el universo está vivo, si los sistemas solares y las galaxias y los
planetas están vivos, ¿también están conscientes?
¿O están vivos pero no
tienen conciencia, de la misma forma que tal vez una bacteria puede
estar viva pero no tiene conciencia?
¿ El tipo de vida que puede existir
en el cosmos tiene más conciencia que nosotros, o presumimos que es
mucho menos conciente que nosotros?
¿Somos los seres más conscientes que
existen en el universo?
La respuesta común de la ciencia es que sí. Yo
creo que esa es una presunción muy poco probable.
Así que si llegamos a
la idea de muchas formas distintas de conciencia, si la galaxia tiene
vida y conciencia, entonces debería de tener una conciencia mucho mayor
que la nuestra —mayor en extensión, mayor en sus implicaciones y poder y
mayor en la expansión de su actividad.
Esto desde el punto de vista de
la ciencia es una idea ridícula, porque la ciencia ha erradicado la
conciencia de cualquier otro lugar en el universo que no sea el cerebro
humano.
La idea de que los planetas pueden ser seres
conscientes es central a la mayoría de las religiones primitivas: se
concibe a la naturaleza como un ser inteligente, con el cual se puede
establecer una comunicación (y marca un ritmo) o es una Gran Madre que
provee alimento material como espiritual (las almas son como ramas de un
árbol invisible cuya raíz está en el centro de todas las cosas).
La
filosofía gnóstica concibe al planeta como la manifestación de una diosa
(o demiurgo benigno): Sophia (actualmente Gaia Sophia) y al sistema
solar como la creación-encarnación de una serie de espíritus tutelares
conocidos como Arcontes equivalentes a los planetas ( y a etapas de
conciencia: eones).
A grandes rasgos, el gnosticismo considera que
estamos dentro de la mente de estas entidades planetarias que diseñan
una especie de juego o misión divina (muchas veces similar a una matriz
de realidad virtual) para nosotros, que somos extensiones de su
conciencia.
Phillip K. Dick da voz al Arconte en su novela The Three
Stigmata of Palmer Eldritch:
Lo que quiero decir es que me
convertiré en todas las personas del planeta…Seré todos los colonos
mientras arriban y empiezan a vivir aquí. Guiare su civilización. Es
más, seré su civilización.
El místico francés Eliphas Levi
escribió “Dentro de los soles recuerdan todo; dentro de los planetas
olvidan”, tal vez en esta frase radiante de platonismo esté la clave del
enigma.
¿Vivimos en la mente de un planeta observando las luces en las
estrellas a distancia, como si intentáramos deletrear algo que
olvidamos: nuestro nombre?
No es mi intención tratar de agotar el
misterio de la conciencia o de la relación entre una forma de vida y la
matriz que la genera.
Al contrario, la intención es despertar el asombro
y motivar a la reflexión que atraviesa su propio espejo: nos
preguntamos en la noche, observando las estrellas, sobre nuestro origen y
nuestra esencia, nos hacemos las eternas preguntas, y de alguna manera
sospechamos que las estrellas tienen la respuesta...
MAS INFO:
http://buenasiembra.com.ar/esoterismo/astrologia
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