8. Un mundo físico de Luz de cuarta y quinta dimensión
En la medida que este mundo o planeta Tierra se convierta en un mundo de seres de luz de cuarta y quinta dimensión cohabitando en él y potenciándose ambos niveles recíprocamente de manera directa y constante, deberemos contemplar la necesidad vital de que dentro de este mundo ambos niveles han de permanecer completamente alineados en plena y recíproca unicidad natural.
La nueva finalidad de este mundo o planeta Tierra de quinta dimensión acoge la cuarta dimensión para que los seres de cuarta dimensión en la Luz, en su camino evolutivo asciendan y se integren por completo en la quinta dimensión en la Luz, todos ello movidos, única y exclusivamente por el Amor Crístico o el amor universal.
Los seres de dicha cuarta dimensión en la Luz, serán los responsables de aportar los medios para ir rehabilitando este planeta, de regenerar este mundo, tanto a nivel físico, como astral, como a nivel energético, todo ello desde la reavivación de las conciencias guiadas y facilitadas por los seres superiores de la galaxia de Luz.
Para ello todos sin excepción hemos de ser seres superiores de Luz, que avanzamos evolucionando como tales, bien sea que ya formemos parte vivencial de nuestro núcleo crístico, o incluso entre nosotros también cohabitarán físicamente en este planeta seres crísticos, que cuidarán de que la constante evolución natural permanezca alineada al máximo a la voluntad y a los designios de la Totalidad.
Otro aspecto a considerar es que los seres de los niveles cuarto y quinto en la Luz, conviven en plena conciencia entre los encarnados físicamente y los que no lo están. Dicha convivencia nos lleva a la realidad, que en la medida que todos nos mantengamos aquí como partes vivas de la Luz, nuestros caminos individuales nunca pueden interferir en los caminos de los demás seres de este planeta. La unicidad natural que reina en la Vida ha de ser realidad en este planeta al igual como el oxígeno lo es para nuestra vida física. Nuestro propio Amor Crístico nos mantiene unicitados unos con otros, así como también con los seres de planos o niveles superiores de Luz. Este planeta retoma el rumbo, después de elevar el ancla, para convertirse tarde o temprano en un nuevo mundo crístico, al igual como todos los seres que lo formemos.
Centrémonos por unos instantes en la parte de este mundo de cuarta dimensión. Los seres que lo forman son directamente aquellos que se encuentran en el punto de su evolución donde la ciencia que hemos conocido hasta la tercera dimensión, la transforman en sí hasta facilitar al conjunto del planeta el conocimiento, especialmente la aplicación del mismo siempre desarrollado y aplicado en este mundo desde la Luz. La alineación con los designios de Dios, la Vida, han de ser realmente la direccionalidad en constante movimiento evolutivo, que nos lleve a aplicar y disfrutar en este mundo, en nosotros mismos, todo aquel contenido existente como parte de la Luz a nivel galáctico y universal.
Nuestra evolución es en verdad el nivel de conciencia que dispone a nivel vivencial cada individuo-ser. El contenido de conocimiento ya existe en este multiuniverso, sólo debemos llegar a percibirlo cada uno de nosotros desde la conciencia que somos. Por otra parte, nadie debería ignorar la finalidad natural de la vida creada en este multiuniverso, la cual nunca ha sido, ni tampoco será otra, que el ego pudiera desarrollarse libremente hasta llegar a convencerse por sí mismo cada uno de ellos, que al margen de la Vida resulta imposible llegar a vivir plenamente, ni siquiera aquellas partes de la Vida que permanecen por decisión propia al margen de la misma.
Siendo esta la realidad, no tiene sentido alguno emplearnos para lograr conocimientos que su finalidad no sea otra que la de facilitarnos nuestro individual regreso a la Totalidad. El hecho de crear nuevos mundos nunca será para que en ellos podamos pretender vivir en plenitud, menos aún en este momento evolutivo en el que nos encontramos los seres y los mundos de Luz. Las Leyes Naturales de la Vida Creada existen y han existido desde antes de los tiempos habidos y por haber, sólo nuestras atrofiadas conciencias han pretendido ignorar la existencia de estas Leyes, a pesar que las consecuencias de ello se manifiestan en todos los mundos que existen y que han existido, entre los cuales hemos deambulado hasta hoy.
Dentro de la transformación en la que nos encontramos inmersos todos los seres vivos que pueblan este planeta, nuestra conciencia es la que se está rehabilitando hasta cotas infinitamente superiores a lo que nadie puede considerar. Eh ahí la llave de todo este proceso de transformación. Sin este despertar de nuestra conciencia sería imposible dicha transformación, tanto la nuestra propia como individuos seres, como la que está viviendo el planeta Tierra como el ser vivo que es en sí mismo.
Conciencia viva y unicidad alimentadas ambas por el Amor Crístico, es el nuevo paradigma sobre el que edificar esta nueva etapa que nos acercará algo más a todos a la Totalidad. Deberíamos haber aprendido de nuestro caminar de hasta ahora que la mente por si sola desde siempre pretendió utilizar los conocimientos que nos brindó la Vida, para instalarse en un mundo para intentar vivir plenamente. Este es el espíritu de la Oscuridad, especialmente en los momentos de tránsito, ya que es cuando la Vida nos facilita nuevas cotas de conciencia que nos brindan el acceso al conocimiento velado hasta entonces para nosotros.
Es en esto cuando se produce la criba natural entre los habitantes de este mundo o planeta, ya que por extraño que nos parezca, en este mundo no tendrá cabida la Oscuridad. Este mundo está destinado a la Luz, a todas aquellas partes de la misma que bien estén y vayan formando parte de este planeta o que incluso perteneciendo a otros mundos necesiten recibir nuestras vibraciones de quinta dimensión física, en cualquiera de las partes de nuestra/su globalidad natural.
Unicitar en nuestra globalidad individual y colectiva la armonía de todas las partes que forman nuestra globalidad, es una Fuente divina de Vida para todos los niveles existentes a lo largo de nuestra natural evolución. Todo ello dentro de la Luz a nivel físico, a nivel mental, a nivel emocional y a nivel espiritual, desde la especie humana unicitada a todas las demás especies que integramos la Vida Creada en el multiuniverso.
El reto asumido por todos y cada uno de nosotros, es de una repercusión y trascendencia enorme e imprevisible hoy en día, en la evolución natural de los seres vivos, no sólo los seres humanos, si no de todos los seres en general.
Nuestro espíritu, nuestro ser una vez Crístico, se ocupará desde este mundo de transmitir nuestras energías y vibraciones a todos aquellos otros seres de los mundos físicos existentes en el multiuniverso. Sin duda podremos llegar a ser una aportación muy notable a la sabiduría divina, y ello se hará realidad siempre y cuando partamos de dicha sabiduría a la hora de hacer realidad este mundo, y no lo pretendamos hacer realidad desde los burdos conocimientos que nos ofreció la ciencia que alimentamos en nuestro largo peregrinaje evolutivo de hasta hoy. Repetiré una y miles de veces este aspecto, ya que es absolutamente vital para llegar a hacer realidad nuestro plan u objetivo. Este aspecto forma parte del lindel que separa la Oscuridad de la Luz, las dos fuerzas que cohabitan hasta la quinta dimensión.
La quinta dimensión para la Oscuridad es en sí su propio cenit. La Oscuridad no puede elevarse más como tal, la evolución individual de sus integrantes sólo puede producirse, si estos dejan voluntaria y libremente de formar parte de la Oscuridad, transformando su propio egoísmo en amor Crístico o universal. Este paso que absolutamente todos los seres de Luz hemos vivido en algún momento de nuestra existencia, lo tendrán que vivir también todos aquellos seres que hoy permanecen, por decisión propia, formando parte de la Oscuridad. exactamente igual como todos y cada uno lo vivimos cuando decidimos afrontarlo desde nuestra globalidad individual. Así seguirá produciéndose hasta que los niveles evolutivos más inferiores vayan quedándose vacíos, produciéndose ello de manera progresiva hasta que en este multiuniverso sólo exista la Luz, la Luz Crística que formaremos absolutamente todos los seres vivos.
Ello habrá sido en verdad la transformación de la Oscuridad en Luz, y nos significará la llave que nos abra el paso a nuestra reintegración a la Totalidad, tanto individual como colectiva, si es que intentamos entender este hecho desde nuestra perspectiva actual de lo que estamos considerando como la Vida.
Los seres de quinta dimensión que formen parte de este mundo de Luz, ejercerán de guías físicos tanto a los seres vivos de este nuevo mundo, como también a los seres vivos en otros mundos existentes en el multiuniverso.
Sólo del nivel Crístico logramos abolir el egoísmo, sólo desde el nivel Crístico asumido podemos llegar a irradiar el Amor Crístico que alimenta todo cuanto es Vida Creada, la única vida que podemos lograr dentro del multiuniverso creado.
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