VENGO DEL SOL CON FLAVIO M. CABOBIANCO
En la tapa del libro “Vengo del Sol”, editado en 1991, aparecía un dibujo, hecho por Flavio a los 5 años, de un sol sobre una casa. Al inicio del libro, Flavio cuenta que a ese dibujo, al momento de hacerlo, lo había explicado así: “Estoy empezando a desarrollar mi yo.
El sol representa a Dios y a mi alma; la casa representa a la tierra y a mi yo”. A los ocho años, agregó: “Cuando escribí ´Vengo del Sol´, era muy chico y conocía pocas palabras. Quiero aclarar que no se trata del sol físico, sino del sol espiritual. Antes de llegar a la Tierra estuve en esa fuente de luz para poder ingresar en el plano físico”.
Mamá — Estás triste. ¿En qué estás pensando?
Flavio (con nostalgia) — Extraño a mi Almín… A mi Almán… Extraño de donde vengo…
Mamá — ¿Qué son el Almín y el Almán?
Flavio — Son dos palabras que se me ocurrieron, me parece que no existen. El Almín es un conjunto de almas de la misma vibración. Son de polos diferentes y están juntas en una especie de “nido de almas”. Están fuera del Universo conocido. Algunas se desprenden del Almín y empiezan un largo camino, entran al Universo, pasan por el Sol y al final llegan a la Tierra.
Me parece que Aída y yo somos del mismo Almín, por eso me entiendo con ella.
Mamá — ¿La extrañás?
Flavio — No, no la extraño. Porque los seres del mismo Almín estamos en conexión, aunque no estemos juntos en el plano físico. Además no todos tienen cuerpo físico, pueden actuar en otras dimensiones.
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