Padre mio:
Ayúdame y dame fuerzas para que pueda vivir este nuevo día.
Para que no pierda la fe en los demás y conserve mi corazón lleno de amor y de humildad de manera que no me resienta con las ingratitudes, las traiciones, ni los desprecios, ni permitas que me embarguen la vanidad y la soberbia.
Concédeme la gracia de que el arcángel Miguel rompa las cadenas que me esclavizan e impiden mi iluminación.
Borra de mi memoria los recuerdos menos alegres, y limpia mi alma de los residuos venenosos del mal.
Concediéndome la gracia de poder vivir una vida fecunda, honesta y sin miedos.
Libérame, por intermedio del arcángel Gabriel, de la pobreza y de las influencias nefastas y perversas que pululan en este plano.
Cierra mis labios a la maledicencia. Que solo se abran para bendecirte, alabarte y construir.
Cierra mis ojos ante las deficiencias ajenas, para que no me descorazone haciéndome ver mejor los aspectos positivos del mundo y en especial el de las demás personas.
Dame fuerzas para que no me acobarde ante los problemas, ni sienta miedo ante las responsabilidades.
Permíteme vivir este día con el optimismo y la confianza de quien espera una larga vida, pero, concédeme la gracia de aceptar y enfrentar con serenidad y entereza los obstáculos que se me presenten y en especial la inevitable llegada del minuto final, sin que me importe lo doloroso o inesperado que me pueda parecer.
Ayúdame para que hoy pueda llegar a ser un poco mejor que ayer y mañana un poco mejor que hoy.
Te lo pido en nombre de tu grande e inmerecido amor para conmigo, de quien a pesar de todo y al igual que todos, eres EL PADRE.
Todo esto te lo pido por el mismo Jesucristo Nuestro Señor,
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