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sábado, 4 de junio de 2011

COLOQUIO CON UN SER DE LAS ESTRELLAS

COLOQUIO CON UN SER DE LAS ESTRELLAS, ES MARAVILLOSA TODA ESTA INFORMACION.

de Larry Cross, el sábado, 04 de junio de 2011 a las 7:34
Flash 1
ABORDO

El amigo Kier me estaba esperando, sus pies, calzados con botas de tejido aparentemente muy flexible, con una suela bastante gruesa y curiosamente fosforescente, pisaban firme mente la arena húmeda de la playa. El ovni, increíblemente grande, se mecía con un característico zumbido adormecedor, a unos escasos diez metros por encima de la cabeza del científico de Electra.

La mirada de Kier era severa, casi un poco triste, un absurdo tratándose de él. Sin embargo, su boca muy larga y sutil, aunque estuviese naturalmente arqueada hacia abajo, parecía sonreír.

El pelo del extraterrestre, blanco y abundante, extremadamente sutil como pluma de cisne, no se movía mínimamente en su cabeza, aunque el viento proveniente del mar tenía totalmente alborotadas nuestras. cabelleras.

Los brazos del hermano Kier estaban extendidos, las palmas de las manos miraban hacia arriba. Su cuerpo enfundado en un traje adherente, extremadamente sencillo sin ningún botón, cierre, bolsillo o costura. Era ágil, esbelto; pero totalmente desprovisto de bultos musculares, las espaldas redondas, más bien estrechas y caídas.

El cuello muy delgado ostentaba un grueso collar de metal gris opaco, al frente una insignia rectangular con cinco barras de oro. El tejido del traje era completamente diferente al de las botas, su color rojo vino tenía la brillantez del vidrio de este color. Un cinturón completaba su atuendo, la hebilla emitía una fosforescencia intermitente, a diferencia de la de la suela de los zapatos que era permanente.

Desde un sitio lateral de la parte inferior del enorme casco, de la gran nave, una amplia claraboya dejaba ver una brillante luz verdosa, que alumbraba todo el interior del vehículo. El doctor Kier se encontraba en el centro de aquel cilindro luminoso, que marcaba en la oscura arena un círculo de aproximadamente ocho metros de diámetro.

Nos habíamos parado Lila y yo, sumamente emociona dos y con razón, ahí estaba el amigo Kier, el compañero de tantos mensajes telepáticos recibidos. Le había reconocido inmediatamente, el cuadro que tenía en mi estudio, pintado por mí bajo su guía e inspiración, se le parecía totalmente.

Bajando su cabeza, junto a un elocuente gesto de sus manos extendidas, nos hizo entender que nos acercásemos. Así lo hicimos. Al entrar en el cilindro de luz proveniente de la nave, repentinamente terminó el ruido del viento y el profundo suspirar del mar. Al fin nuestro pelo se quedó quieto en nuestra cabeza. Nos invadió el cuerpo un sentido indescriptible de paz, me sentía feliz. Miré a Lila a mi lado, tenía una expresión sobrenatural, sus ojos estaban bañados de lágrimas.

—“Sí, Luí” —me dijo sonriendo.

—“Vamos, Lua” —Le dije tocando espontáneamente la fotocélula de mi cinturón de tritio. Sin esfuerzo alguno ascendimos hacia la nave. Habíamos perdido la gravedad y estábamos en vibración ascendente moderada. Al llegar, en el receptáculo de acceso, el piso se cerró inmediatamente diafragmando hacia un punto central.

Otros dos hermanos nos estaban esperando; me di cuenta que me estaban transmitien do vibraciones melódicas de armonía. Y espontáneamente correspondí de la misma forma. El doctor Kier con los brazos doblados en el pecho, con la palma izquierda hacia arriba y la derecha hacia abajo, por encima de la izquierda, bajó la cabeza con ademán de respeto.

Extrañado me situé mental mente en desdoble afuera de mi cuerpo y me vi. Me reconocí, sí, era yo, únicamente mi pelo ahora estaba totalmente blanco, como el del doctor Kier. Tenía el mismo traje que ellos, tenía las mismas botas de gravedad adaptable. Lua también endosaba el traje de misión, un gran mechón blanco cubría la parte izquierda de su cabellera, de su cuello colgaba el collar de distinción con el triángulo y el círculo de los hermanos de confianza.

Automáticamente llevé mi mano derecha y encontré mi símbolo, a la altura del pecho, mis dedos tocaron cinco barras. Miré alrededor, todos habían bajado su cabeza, Lua también tenía baja la suya. Entendí que era el jefe y sen tí en mi frente marcarse mayormente la arruga de la responsabilidad.

Con amor transmití el mensaje de despegue.

Con amor, creciendo la gran rueda extrema de esferas polarizadas, empezó a girar vertiginosamente, suspendida en el plasma de resonancia estática, neutralizando con creciente estremecedor, los átomos, todos alrededor. Succionados por el tubo de vacío, que él mismo iba produciendo, el ovni, se fue levantando acelerando gradualmente su marcha. Atrás quedó la tierra y una larga y penosa misión cumplida.

Nuestro planeta Tierra tiene grandes vacíos en su interior y en especial modo, en su parte central. El magma, los vapores, las vibraciones, etc, constituyen fenómenos de varias índoles, propios de la llamada costra terrestre; mal podríamos aceptar el hecho, como notoriamente divulgado y dado por cierto, de un núcleo central de metal en fundición sustancialmente en estado líquido, ¿cómo balancear esta teoría con las leyes relativas a la constante de rotación del planeta Tierra?

Prueben haciendo rotar sobre una superficie plana y lisa, un huevo de gallina en estado natural, quiere decir con su parte central líquida. Para que este huevo pueda rodar libremente será necesario ponerlo a hervir hasta endurecerlo. Al transformarse así en una sustancia homogénea mente sólida rotará perfectamente bien.

Con esto quiero afirmar que la Tierra en su parte central no puede contener materia en estado sólido por los efectos de la constante de rotación; o diferentemente este núcleo tendría que estar constituido por un espacio vacío de considerable amplitud. Y no sería únicamente nuestro planeta Tierra el que estaría vacío por dentro; muchos, probablemente todos los planetas del universo, estarían vacíos por dentro. Con mucha probabilidad se recordará el lector cuando los científicos de la NASA hicieron caer, a propósito, parte de una nave enviada a la Luna, al suelo del satélite, con el fin de medir sus reacciones vibratorias. Se divulgó la noticia (recuerdo perfectamente), de que al golpear el artefacto espacial con fuerza al suelo lunar, éste resonó como una “campana vacía por dentro”. Entonces, ¿por qué no podrían la Luna, la Tierra y otros planetas del universo estar vacíos por dentro, en lugar de este absurdo núcleo de metal fundido?

Estoy telepáticamente informado de que los extraterrestres han utilizado y utilizan este vacío interior de la Tierra y de tos otros planetas del universo. Son varios los sitios por donde los extraterrestres pasan al interior de la Tierra. Ellos podrían prácticamente introducirse en cualquier punto del globo; pero es indispensable que lo hagan en determinado sitio donde una masa de agua pueda absorber las elevadas frecuencias vibratorias generadas por los poderosos campos magnéticos de las naves espaciales.

Es oportuno citar, para aclarar conceptos, el hecho de que los rayos cósmicos (productores en las grandes profundidades del espacio de mesones y, por lo tanto, de partículas de antimateria— tienen una dureza capaz de atravesar una plancha de plomo de 45 metros de espesor o un equivalente de masa de agua de 600 m de altura ¿qué pasaría si los hermanos del espacio operaran con la inconsciencia propia de los seres humanos y penetraran en la tierra sin preocuparse de las radiaciones generadas en el desdoble?

Pasaría tal vez lo que ocurrió a principios de siglo en la lejana Siberia donde, a distancia de tantos años, tos bosques irremediablemente quemados y una persistente radiactividad nos recuerdan cuando una nave del espacio tuvo que penetrar forzosamente en la tierra, en esa zona geográfica, para extraer determinado mineral acumulado en este sitio y del cual estaban extremada mente necesitados.

Esa misma fue la razón del estruendo que se oyó en el Estado Carabobo, en Venezuela, a mediados del año 1976, cuando naves extraterrestres tuvieron que penetrar al interior del planeta en este sitio y lo hicieron a través del Lago de Valencia, donde había suficiente masa de agua para absorber radiaciones.

Lógicamente los que acudieron al lugar, al producirse el estruendo, ciudadanos, bomberos, policías, y demás autoridades no encontraron nada, “ni las tuercas del platillo que acababa de estrellarse” (SIC). Hubo rupturas en los vidrios de los edificios en la zona adyacente y las autoridades de la aviación militar y civil informa ron que ningún jet ultrasónico había volado ese día por el lugar.

A través de las aguas del Antártico, entre 140 y 150 grados de longitud Este, casi enfrente de Australia, naves del espacio penetran al centro de la Tierra.

Estas aguas, circunda das de hielos eternos, conservan una temperatura insospechadamente caliente. En otro lugar, en Arizona, también hay un sitio obligatorio de penetración (no muy lejos del gran Cañón del Colorado), por encontrarse entre aquellas montañas, a poca profundidad, el mineral que las naves necesitan. Y en el Lago Titicaca, al pie del templo que los padres levantaron a Kinti y Killa, las naves de la estrella Maya de la constelación de las Pléyades entraban en la tierra para concluir actividades relacionadas con las misiones.

Y desde las profundidades del mar, enfrente casi a la Isla de Elehutera, las naves de Electra (estrella de las Pléyades) contribuyen en la coordinación de vectores magnéticos desde el llamado Triángulo de las Bermudas manipulando, con bondadoso altruismo fraternal, los factores electromagnéticos necesarios a la permanente estabilización de la capa de ozono que protege a la Tierra de una penetración mayor de rayos cósmicos y ultra violetas.

Al perder la faja de ozono sus características, en constante equilibrio electrónico, los terrícolas tendrían que soportar las consecuencias de excesivos procesos de esterilización masiva con la consecuente disminución de las defensas orgánicas y las comprobables complicaciones de factores genéticos en la procreación.

Y esto contesta a una de las preguntas que con más insistencia me ha sido hecha. La pregunta en cuestión, palabra más o palabra menos, suele ser siempre la misma: 

—‘ALucio, ¿por qué razón desde siglos, parece, hay naves espaciales surcando en diferentes alturas el cielo de la Tierra, qué hacen realmente estos hermanos del espacio arriba y abajo en nuestros cielos? Eso parece sin sentido ¿me podría usted aclarar la misión aquí en la Tierra de estos extraterrestres?

He contestado en un principio, lo confieso, buscando evadir, si no del todo, en gran parte esta contestación. Y es que no estaba autorizado a contestar totalmente esta pregunta hasta hoy.

¡Lo que los humanos llamarían secreto de guerra.. . es realmente, secreto de paz ¡ . . . Ya que Ellos no entienden esto de las guerras así como los hombres lo entienden. Así que entrando de lleno a contestar la pregunta tendré antes que precisar unos conceptos aunque pueda parecer que el tema tratado no tiene relación con la pregunta formulada.

Lo que más le falta al hombre es un cuidadoso sentido del equilibrio, no equivocadamente cantaba Horacio “In medium est virtus” (en el medio, en el equilibrio, está la sabiduría). Por ejemplo (eso lo podrán leer así como llegó, en grabación telepática dirigida a los médicos, en las páginas amarillas al final del libro) mal nos expresamos cuando hablamos, con respecto a nuestra salud, de enfermedades.

No existen tales enfermedades, sería más exacto hablar de desequilibrios orgánicos. Hasta con respecto a lo que solemos llamar infección o enfermedad infecciosa se trata de un des equilibrio debido a la excesiva virulencia de los bacilos representantes del mal, los cuales por no encontrar suficiente reacción en las defensas orgánicas atacan desequilibradamente y ganan la batalla. Estas generosas defensas son verdaderas vacunas permanentes que nos defienden de los ataques maliciosos diariamente.

Estas defensas, bacterias, microbios y bacilos al fin, en un constante equilibrio de tolerancias, equilibrio que podría romperse si agentes esterilizadores actuaran, directa o indirectamente, afectando su potencial y derriban do este optimum defensivo tan oportunamente establecido.

Es notorio el efecto esterilizador de los rayos ultravioleta:
en muchos locales donde se usan copas y se venden bebidas es obligatorio utilizar anaqueles donde los vasos de vidrio después de lavados, quedan expuestos a lámparas productoras de rayos ultravioleta con el fin de esterilizarlos.

Estos rayos ultravioleta y otros, tan o mucho más esterilizadores, embisten constantemente la Tierra con su acción tremendamente destructora de gérmenes. Sería catastrófico que estos rayos no llegasen con suficiente intensidad, así como peligrosísimo sería si tuviesen que llegar con demasiada vehemencia.

Es apropiado, como medida profiláctica altamente recomendable, la exposición al sol (y no sólo al sol por cierto) de la ropa de cama; en tas ciudades europeas especialmente en Francia, Italia y España toda buena ama de casa acostumbra, y es lo primero que hace al iniciar su día, exponer al sol colchones, almohadas y ropa de cama.

Hoy esta costumbre tiene tendencia a desaparecer por indiscutibles factores de estética urbana y por la misma arquitectura moderna que, sin entrar en detalles, obstaculiza observar esta norma. De todas formas en muchos sitios todavía se acostumbra hacerlo así.

Regresando al tema central, es evidente entonces, repetita Juvat (Las cosas es bueno repetirlas) que un exceso de estos rayos sería tan dañino como una total o parcial carencia de ellos.

¡Equilibrio, equilibrio, equilibrio!. . . ¿Y cuál será ese elemento equilibrador que tiene que operar constantemente cuando la emisión, y por lo tanto recepción, de estos rayos varíe?

Su densidad no puede ser constante porque seguramente esa pura energía cósmica obedecerá a la Ley Universal relativa a la emisión y recepción permanente de energía con respecto a la materia misma; así, pues, el efecto regulador, el que nos protege y defiende constantemente, es la atmósfera terrestre y particularmente esta enorme banda de ozono en su estrato más bajo que tiene el poder, entre otros, de absorber y por lo tanto regular los rayos ultravioleta provenientes del espacio.

Hay procesos electrónicos en gran escala para efectuar tales regulaciones (los grandes chispazos muchas veces producidos por cortos-circuitos producen ozono con su olor característico y apreciable), estos procesos desde que los seres humanos existen, están manipulados, además de una permanente adaptación ecológicamente eficiente, por seres extraterrestres con sus naves en constante actividad en relación con eso y otros factores pertinentes; nos es difícil aceptar que unas simples naves, aún siendo espaciales, puedan representar factores energéticos tan importantes como para influenciar las características geofísicas que se están considerando en este caso. Pero les puedo asegurar que no es necesario recurrir a las grandes naves, a las que conocemos como “naves madres”, un sencillo platillo volador (vulgaribus dicendis) en determinados casos, grupos de platillos voladores, representan suficiente acumulación de energía para solucionar este problema.

Hay que tener presente que los hermanos del espacio utilizan sistemas superconductores, corrientes está ticas y energía elemental, miles de millones de veces superior a la conocida actualmente.

Además conocen sistemas para acumular mega-amperios en gran escala. Más adelante hablaré, en los límites permitidos, del funcionamiento de un Pi-Tau (77 ‘ ), el más pequeño artefacto espacial que llega a la Tierra en misión casi permanente. Hablaré del propulsor acéntrico magnético y de cómo mediante estas naves suelen producir, almacenar y distribuir energía electrostática, tan necesaria a nuestra banda de ozono y a nuestra propia vida.

Así que una de las razones del aparente navegar sin rumbo de las naves del espacio en nuestro cielo se debe exacta mente a este permanente y delicado control. A nosotros los humanos, nos cuesta, quizás demasiado, aceptar que inteligencias tan superiores puedan estar metidas en esa faena aparentemente trivial y sin nexo. Sería por ejemplo como si el Director General de Tránsito de Londres, solicitado por una llamada telefónica se levantara de su cama a las dos de la madrugada para ir a ayudar al viejito que se quedó, en las afueras de la metrópoli, con un caucho pinchado y sin fuerzas para efectuar el cambio. Los conceptos de jerarquía, ética, prestigio y sentido común, interpretados todos ellos al “estilo Tierra”, nos hace sonreír con escéptica inaceptable al pensar que un tan alto funcionario londinense pudiera actuar en tal forma.

En las leyes del espacio jerarquía es servicio; cuanto más dotado nuestro cerebro, más le debemos a Dios y por isomérico reflejo, a los que necesiten ser asesora do por nuestra inteligencia. En la mente cósmica, servir es tan espontáneamente aceptado como lo es el deseo de poseer bienes para el ser humano.

Tienes dos panes? Uno no te pertenece, es del hermano que no tiene” son palabras de Sao, el Hermano Mayor de las Pléyades.

Hay muchas expresiones que para Ellos no significan nada, como eso de ser “altruista”. Para poder entender esta expresión hay que poseer claro el concepto de individualidad, propiedad y egoísmo; pero Ellos usan muy poco la expresión “yo”, casi siempre prefieren adoptar el sustitutivo “nos otros”. No son dueños de nada porque poseen totalmente a Dios y tener a Dios es tenerlo todo.

Lo único quizás que podría interpretarse como algo egoísta en Ellos sería el gran entusiasmo que ponen en hacer el bien, y también este concepto “hacer el bien” está equivocado, refiriéndonos a ellos, ya que “hacer el bien” es una forma de actuar de quien podría también no hacerlo y es absurdo pensar que Ellos podrían actuar operando mal; es absurdo, ya que nos referimos a se res casi perfectos, que no obran mal nunca pues su forma intrínseca de ser es actuar siempre con amor, hasta el punto de ofrecer el lado derecho de la cara a quien le golpeó el izquierdo, así como lo pregonó el extraterrestre de Nazareth en aquel entonces; no es difícil ofrecer el lado derecho de la cara a quien te golpeó el izquierdo; cualquiera de nosotros puede hacerlo con un mínimo de esfuerzo y sacrificio, lo difícil es ofrecer nuestra cara al golpe, con amor, sólo así se vuelve aceptable el hecho de que los hermanos de las estrellas, siglos tras siglos, estén pendientes de sus hermanos inferiores o sencillamente de sus hermanos diferentes, ya que en el concepto del Todo Universal tampoco cabe, ni geográfica ni psicológicamente, concepto alguno de superioridad.

¿Qué es superior, un sartén o una antena de televisión, si se trata de freír huevos, van a abogar decididamente por la sartén, pero si mi deseo es recibir el noticiero, una buena antena es lo más indicado. Así pues, la deducción es fácil, ni la sartén es superior a la antena; ni la antena es superior a la sartén, cada objeto sirve según el uso para el cual ha sido des tinado.

Sencillamente, la sartén y la antena son dos útiles artefactos uno diferente del otro; así mismo, el “bípedo humano” no puede considerarse ni inferior a los espaciales ni superior a los animales de su propia tierra.

¡Oigo gritos de filántropos conservadores! ¡A muerte ese Lucio blasfemo! “ es esto, nosotros los hombres iguales a los animales? Ese loco hablador de platillos a lo mejor hasta sería capaz de decir que los animales son superiores a nos otros.”

Hermanos, les pido humildemente perdón: la culpa no es mía si en la Tierra tanto se estima a este imprescindible concepto expresivo de superioridad e inferioridad. Prueben a levantar un tronco de un árbol y después me dirán si no es superior un elefante; prueben a buscar el rumbo en su embarcación sin instrumentos, en la noche sin estrellas y después me dirán si no es superior una paloma mensajera, y ¿por qué dejó que la pesada viga le tapiara cuando con el movimiento sísmico la casa se desmoronó a sus pies?, ¿por qué no hizo como su gato que desde la mañana había desaparecido, escondiéndose entre las raíces de la poderosa encina, al fondo del jardín?, ¿qué más hubiese pagado por poseer usted la evidente superioridad sensitiva del “gato Mustafá”?

Sin embargo, el elefante en su idioma le llama “amo” y busca el pienso y el amor que usted le va a brindar. . . sin embargo, la blanca paloma le agradece con su “currucucú” el palomar que usted le construyó cerca de su techo. . . sin embargo, Mustafá suele restregarse en sus tobillos antes, quizás, que todos los integrantes de la familia, cuando usted regresa en la noche de su diaria faena. Todos ellos le demuestran amor incondicional y jamás se les ocurrió mentalizar su superioridad.

Es cierto, hemos inventado grúas, brújulas, sismógrafos; pero quizás jamás hubiésemos podido construir la ciudad del Lago Titicaca. Y cuando por debajo del polo Artico, sumergido bajo los hielos, un Nautilus tuvo que buscar rumbo, muy poco sirvieron los instrumentos magnéticos en esta zona.

Hasta parece que se utilizaron a bordo cerebros telepáticos, allá donde la aguja giraba alocadamente, imitando (¿no es notorio el resultado?) las prerrogativas de un animal inferior como la paloma mensajera y en cuanto a las catástrofes ocurridas tras los movimientos telúricos, si actuaron los sismógrafos, es cierto; pero cuán evidente prueba de impotencia humana es la colaboración de estos instrumentos que se limitan a que las agujas se salgan de su vástago dejando grabado en una tira de papel el grito horripilante del terror humano, incapaz de prevenir como el gato “Mustafá” la tragedia frenética de la tierra exhausta por tanta humana incoherencia!

Así que aconsejo hacer un esfuerzo de humildad y dejar esta manía de quererlo juzgar todo como si supiéramos de verdad, lo que es bueno, lo que es malo, lo que es superior y lo que es inferior, Y eso no sólo psicológicamente, sino hasta desde el punto de vista de un sitio en el espacio, la definición de superior e inferior no tiene sentido.


SAO ME HA DICHO…
Coloquio Con Un Ser De Las Estrellas

FUNDACION SAO A.C.


Flash 1
ABORDO


El amigo Kier me estaba esperando, sus pies, calzados con botas de tejido aparentemente muy flexible, con una suela bastante gruesa y curiosamente fosforescente, pisaban firme mente la arena húmeda de la playa. El ovni, increíblemente grande, se mecía con un característico zumbido adormecedor, a unos escasos diez metros por encima de la cabeza del científico de Electra.

La mirada de Kier era severa, casi un poco triste, un absurdo tratándose de él. Sin embargo, su boca muy larga y sutil, aunque estuviese naturalmente arqueada hacia abajo, parecía sonreír. El pelo del extraterrestre, blanco y abundante, extremadamente sutil como pluma de cisne, no se movía mínimamente en su cabeza, aunque el viento proveniente del mar tenía totalmente alborotadas nuestras. cabelleras.

Los brazos del hermano Kier estaban extendidos, las palmas de las manos miraban hacia arriba. Su cuerpo enfundado en un traje adherente, extremadamente sencillo sin ningún botón, cierre, bolsillo o costura. Era ágil, esbelto; pero totalmente desprovisto de bultos musculares, las espaldas redondas, más bien estrechas y caídas.

El cuello muy delgado ostentaba un grueso collar de metal gris opaco, al frente una insignia rectangular con cinco barras de oro. El tejido del traje era completamente diferente al de las botas, su color rojo vino tenía la brillantez del vidrio de este color. Un cinturón completaba su atuendo, la hebilla emitía una fosforescencia intermitente, a diferencia de la de la suela de los zapatos que era permanente.


Desde un sitio lateral de la parte inferior del enorme casco, de la gran nave, una amplia claraboya dejaba ver una brillante luz verdosa, que alumbraba todo el interior del vehículo. El doctor Kier se encontraba en el centro de aquel cilindro luminoso, que marcaba en la oscura arena un círculo de aproximadamente ocho metros de diámetro.

Nos habíamos parado Lila y yo, sumamente emociona dos y con razón, ahí estaba el amigo Kier, el compañero de tantos mensajes telepáticos recibidos. Le había reconocido inmediatamente, el cuadro que tenía en mi estudio, pintado por mí bajo su guía e inspiración, se le parecía totalmente. Bajando su cabeza, junto a un elocuente gesto de sus manos extendidas, nos hizo entender que nos acercásemos.

Así lo hicimos. Al entrar en el cilindro de luz proveniente de la nave, repentinamente terminó el ruido del viento y el profundo suspirar del mar. Al fin nuestro pelo se quedó quieto en nuestra cabeza. Nos invadió el cuerpo un sentido indescriptible de paz, me sentía feliz. Miré a Lila a mi lado, tenía una expresión sobrenatural, sus ojos estaban bañados de lágrimas.


—“Sí, Luí” —me dijo sonriendo.

—“Vamos, Lua” —Le dije tocando espontáneamente la fotocélula de mi cinturón de tritio. Sin esfuerzo alguno ascendimos hacia la nave. Habíamos perdido la gravedad y estábamos en vibración ascendente moderada. Al llegar, en el receptáculo de acceso, el piso se cerró inmediatamente diafragmando hacia un punto central.

Otros dos hermanos nos estaban esperando; me di cuenta que me estaban transmitien do vibraciones melódicas de armonía. Y espontáneamente correspondí de la misma forma. El doctor Kier con los brazos doblados en el pecho, con la palma izquierda hacia arriba y la derecha hacia abajo, por encima de la izquierda, bajó la cabeza con ademán de respeto.

Extrañado me situé mental mente en desdoble afuera de mi cuerpo y me vi. Me reconocí, sí, era yo, únicamente mi pelo ahora estaba totalmente blanco, como el del doctor Kier. Tenía el mismo traje que ellos, tenía las mismas botas de gravedad adaptable.

Lua también endosaba el traje de misión, un gran mechón blanco cubría la parte izquierda de su cabellera, de su cuello colgaba el collar de distinción con el triángulo y el círculo de los hermanos de confianza. Automáticamente llevé mi mano derecha y encontré mi símbolo, a la altura del pecho, mis dedos tocaron cinco barras. Miré alrededor, todos habían bajado su cabeza, Lua también tenía baja la suya. Entendí que era el jefe y sen tí en mi frente marcarse mayormente la arruga de la responsabilidad.


Con amor transmití el mensaje de despegue.

Con amor, creciendo la gran rueda extrema de esferas polarizadas, empezó a girar vertiginosamente, suspendida en el plasma de resonancia estática, neutralizando con creciente estremecedor, los átomos, todos alrededor. Succionados por el tubo de vacío, que él mismo iba produciendo, el ovni, se fue levantando acelerando gradualmente su marcha. Atrás quedó la tierra y una larga y penosa misión cumplida.

Nuestro planeta Tierra tiene grandes vacíos en su interior y en especial modo, en su parte central. El magma, los vapores, las vibraciones, etc, constituyen fenómenos de varias índoles, propios de la llamada costra terrestre; mal podríamos aceptar el hecho, como notoriamente divulgado y dado por cierto, de un núcleo central de metal en fundición sustancialmente en estado líquido, ¿cómo balancear esta teoría con las leyes relativas a la constante de rotación del planeta Tierra?

Prueben haciendo rotar sobre una superficie plana y lisa, un huevo de gallina en estado natural, quiere decir con su parte central líquida. Para que este huevo pueda rodar libremente será necesario ponerlo a hervir hasta endurecerlo. Al transformarse así en una sustancia homogénea mente sólida rotará perfectamente bien.


Con esto quiero afirmar que la Tierra en su parte central no puede contener materia en estado sólido por los efectos de la constante de rotación; o diferentemente este núcleo tendría que estar constituido por un espacio vacío de considerable amplitud. Y no sería únicamente nuestro planeta Tierra el que estaría vacío por dentro; muchos, probablemente todos los planetas del universo, estarían vacíos por dentro.

Con mucha probabilidad se recordará el lector cuando los científicos de la NASA hicieron caer, a propósito, parte de una nave enviada a la Luna, al suelo del satélite, con el fin de medir sus reacciones vibratorias. Se divulgó la noticia (recuerdo perfectamente), de que al golpear el artefacto espacial con fuerza al suelo lunar, éste resonó como una “campana vacía por dentro”. Entonces, ¿por qué no podrían la Luna, la Tierra y otros planetas del universo estar vacíos por dentro, en lugar de este absurdo núcleo de metal fundido?


Estoy telepáticamente informado de que los extraterrestres han utilizado y utilizan este vacío interior de la Tierra y de tos otros planetas del universo. Son varios los sitios por donde los extraterrestres pasan al interior de la Tierra.

Ellos podrían prácticamente introducirse en cualquier punto del globo; pero es indispensable que lo hagan en determinado sitio donde una masa de agua pueda absorber las elevadas frecuencias vibratorias generadas por los poderosos campos magnéticos de las naves espaciales.


Es oportuno citar, para aclarar conceptos, el hecho de que los rayos cósmicos (productores en las grandes profundidades del espacio de mesones y, por lo tanto, de partículas de antimateria— tienen una dureza capaz de atravesar una plancha de plomo de 45 metros de espesor o un equivalente de masa de agua de 600 m de altura ¿qué pasaría si los hermanos del espacio operaran con la inconsciencia propia de los seres humanos y penetraran en la tierra sin preocuparse de las radiaciones generadas en el desdoble?

Pasaría tal vez lo que ocurrió a principios de siglo en la lejana Siberia donde, a distancia de tantos años, tos bosques irremediablemente quemados y una persistente radiactividad nos recuerdan cuando una nave del espacio tuvo que penetrar forzosamente en la tierra, en esa zona geográfica, para extraer determinado mineral acumulado en este sitio y del cual estaban extremada mente necesitados.


Esa misma fue la razón del estruendo que se oyó en el Estado Carabobo, en Venezuela, a mediados del año 1976, cuando naves extraterrestres tuvieron que penetrar al interior del planeta en este sitio y lo hicieron a través del Lago de Valencia, donde había suficiente masa de agua para absorber radiaciones. Lógicamente los que acudieron al lugar, al producirse el estruendo, ciudadanos, bomberos, policías, y demás autoridades no encontraron nada, “ni las tuercas del platillo que acababa de estrellarse” (SIC).

Hubo rupturas en los vidrios de los edificios en la zona adyacente y las autoridades de la aviación militar y civil informa ron que ningún jet ultrasónico había volado ese día por el lugar.


A través de las aguas del Antártico, entre 140 y 150 grados de longitud Este, casi enfrente de Australia, naves del espacio penetran al centro de la Tierra. Estas aguas, circunda das de hielos eternos, conservan una temperatura insospechadamente caliente.
 
En otro lugar, en Arizona, también hay un sitio obligatorio de penetración (no muy lejos del gran Cañón del Colorado), por encontrarse entre aquellas montañas, a poca profundidad, el mineral que las naves necesitan. Y en el Lago Titicaca, al pie del templo que los padres levantaron a Kinti y Killa, las naves de la estrella Maya de la constelación de las Pléyades entraban en la tierra para concluir actividades relacionadas con las misiones.

Y desde las profundidades del mar, enfrente casi a la Isla de Elehutera, las naves de Electra (estrella de las Pléyades) contribuyen en la coordinación de vectores magnéticos desde el llamado Triángulo de las Bermudas manipulando, con bondadoso altruismo fraternal, los factores electromagnéticos necesarios a la permanente estabilización de la capa de ozono que protege a la Tierra de una penetración mayor de rayos cósmicos y ultra violetas.

Al perder la faja de ozono sus características, en constante equilibrio electrónico, los terrícolas tendrían que soportar las consecuencias de excesivos procesos de esterilización masiva con la consecuente disminución de las defensas orgánicas y las comprobables complicaciones de factores genéticos en la procreación.


Y esto contesta a una de las preguntas que con más insistencia me ha sido hecha. La pregunta en cuestión, palabra más o palabra menos, suele ser siempre la misma:

—‘ALucio, ¿por qué razón desde siglos, parece, hay naves espaciales surcando en diferentes alturas el cielo de la Tierra, qué hacen realmente estos hermanos del espacio arriba y abajo en nuestros cielos? Eso parece sin sentido ¿me podría usted aclarar la misión aquí en la Tierra de estos extraterrestres?

He contestado en un principio, lo confieso, buscando evadir, si no del todo, en gran parte esta contestación. Y es que no estaba autorizado a contestar totalmente esta pregunta hasta hoy.

¡Lo que los humanos llamarían secreto de guerra.. . es realmente, secreto de paz ¡ . . . Ya que Ellos no entienden esto de las guerras así como los hombres lo entienden. Así que entrando de lleno a contestar la pregunta tendré antes que precisar unos conceptos aunque pueda parecer que el tema tratado no tiene relación con la pregunta formulada.

Lo que más le falta al hombre es un cuidadoso sentido del equilibrio, no equivocadamente cantaba Horacio “In medium est virtus” (en el medio, en el equilibrio, está la sabiduría). Por ejemplo (eso lo podrán leer así como llegó, en grabación telepática dirigida a los médicos, en las páginas amarillas al final del libro) mal nos expresamos cuando hablamos, con respecto a nuestra salud, de enfermedades.

No existen tales enfermedades, sería más exacto hablar de desequilibrios orgánicos. Hasta con respecto a lo que solemos llamar infección o enfermedad infecciosa se trata de un des equilibrio debido a la excesiva virulencia de los bacilos representantes del mal, los cuales por no encontrar suficiente reacción en las defensas orgánicas atacan desequilibradamente y ganan la batalla.

Estas generosas defensas son verdaderas vacunas permanentes que nos defienden de los ataques maliciosos diariamente. Estas defensas, bacterias, microbios y bacilos al fin, en un constante equilibrio de tolerancias, equilibrio que podría romperse si agentes esterilizadores actuaran, directa o indirectamente, afectando su potencial y derriban do este optimum defensivo tan oportunamente establecido.


Es notorio el efecto esterilizador de los rayos ultravioleta:
en muchos locales donde se usan copas y se venden bebidas es obligatorio utilizar anaqueles donde los vasos de vidrio después de lavados, quedan expuestos a lámparas productoras de rayos ultravioleta con el fin de esterilizarlos. Estos rayos ultravioleta y otros, tan o mucho más esterilizadores, embisten constantemente la Tierra con su acción tremendamente destructora de gérmenes. Sería catastrófico que estos rayos no llegasen con suficiente intensidad, así como peligrosísimo sería si tuviesen que llegar con demasiada vehemencia.

Es apropiado, como medida profiláctica altamente recomendable, la exposición al sol (y no sólo al sol por cierto) de la ropa de cama; en tas ciudades europeas especialmente en Francia, Italia y España toda buena ama de casa acostumbra, y es lo primero que hace al iniciar su día, exponer al sol colchones, almohadas y ropa de cama. Hoy esta costumbre tiene tendencia a desaparecer por indiscutibles factores de estética urbana y por la misma arquitectura moderna que, sin entrar en detalles, obstaculiza observar esta norma. De todas formas en muchos sitios todavía se acostumbra hacerlo así.


Regresando al tema central, es evidente entonces, repetita Juvat (Las cosas es bueno repetirlas) que un exceso de estos rayos sería tan dañino como una total o parcial carencia de ellos.

¡Equilibrio, equilibrio, equilibrio!. . . ¿Y cuál será ese elemento equilibrador que tiene que operar constantemente cuando la emisión, y por lo tanto recepción, de estos rayos varíe? Su densidad no puede ser constante porque seguramente esa pura energía cósmica obedecerá a la Ley Universal relativa a la emisión y recepción permanente de energía con respecto a la materia misma; así, pues, el efecto regulador, el que nos protege y defiende constantemente, es la atmósfera terrestre y particularmente esta enorme banda de ozono en su estrato más bajo que tiene el poder, entre otros, de absorber y por lo tanto regular los rayos ultravioleta provenientes del espacio.

Hay procesos electrónicos en gran escala para efectuar tales regulaciones (los grandes chispazos muchas veces producidos por cortos-circuitos producen ozono con su olor característico y apreciable), estos procesos desde que los seres humanos existen, están manipulados, además de una permanente adaptación ecológicamente eficiente, por seres extraterrestres con sus naves en constante actividad en relación con eso y otros factores pertinentes; nos es difícil aceptar que unas simples naves, aún siendo espaciales, puedan representar factores energéticos tan importantes como para influenciar las características geofísicas que se están considerando en este caso.

Pero les puedo asegurar que no es necesario recurrir a las grandes naves, a las que conocemos como “naves madres”, un sencillo platillo volador (vulgaribus dicendis) en determinados casos, grupos de platillos voladores, representan suficiente acumulación de energía para solucionar este problema. Hay que tener presente que los hermanos del espacio utilizan sistemas superconductores, corrientes está ticas y energía elemental, miles de millones de veces superior a la conocida actualmente. Además conocen sistemas para acumular mega-amperios en gran escala. Más adelante hablaré, en los límites permitidos, del funcionamiento de un Pi-Tau (77 ‘ ), el más pequeño artefacto espacial que llega a la Tierra en misión casi permanente.

Hablaré del propulsor acéntrico magnético y de cómo mediante estas naves suelen producir, almacenar y distribuir energía electrostática, tan necesaria a nuestra banda de ozono y a nuestra propia vida.


Así que una de las razones del aparente navegar sin rumbo de las naves del espacio en nuestro cielo se debe exacta mente a este permanente y delicado control. A nosotros los humanos, nos cuesta, quizás demasiado, aceptar que inteligencias tan superiores puedan estar metidas en esa faena aparentemente trivial y sin nexo. Sería por ejemplo como si el Director General de Tránsito de Londres, solicitado por una llamada telefónica se levantara de su cama a las dos de la madrugada para ir a ayudar al viejito que se quedó, en las afueras de la metrópoli, con un caucho pinchado y sin fuerzas para efectuar el cambio.

Los conceptos de jerarquía, ética, prestigio y sentido común, interpretados todos ellos al “estilo Tierra”, nos hace sonreír con escéptica inaceptable al pensar que un tan alto funcionario londinense pudiera actuar en tal forma.


En las leyes del espacio jerarquía es servicio; cuanto más dotado nuestro cerebro, más le debemos a Dios y por isomérico reflejo, a los que necesiten ser asesora do por nuestra inteligencia. En la mente cósmica, servir es tan espontáneamente aceptado como lo es el deseo de poseer bienes para el ser humano.

Tienes dos panes? Uno no te pertenece, es del hermano que no tiene” son palabras de Sao, el Hermano Mayor de las Pléyades.

Hay muchas expresiones que para Ellos no significan nada, como eso de ser “altruista”. Para poder entender esta expresión hay que poseer claro el concepto de individualidad, propiedad y egoísmo; pero Ellos usan muy poco la expresión “yo”, casi siempre prefieren adoptar el sustitutivo “nos otros”.

No son dueños de nada porque poseen totalmente a Dios y tener a Dios es tenerlo todo. Lo único quizás que podría interpretarse como algo egoísta en Ellos sería el gran entusiasmo que ponen en hacer el bien, y también este concepto “hacer el bien” está equivocado, refiriéndonos a ellos, ya que “hacer el bien” es una forma de actuar de quien podría también no hacerlo y es absurdo pensar que Ellos podrían actuar operando mal; es absurdo, ya que nos referimos a se res casi perfectos, que no obran mal nunca pues su forma intrínseca de ser es actuar siempre con amor, hasta el punto de ofrecer el lado derecho de la cara a quien le golpeó el izquierdo, así como lo pregonó el extraterrestre de Nazareth en aquel entonces; no es difícil ofrecer el lado derecho de la cara a quien te golpeó el izquierdo; cualquiera de nosotros puede hacerlo con un mínimo de esfuerzo y sacrificio, lo difícil es ofrecer nuestra cara al golpe, con amor, sólo así se vuelve aceptable el hecho de que los hermanos de las estrellas, siglos tras siglos, estén pendientes de sus hermanos inferiores o sencillamente de sus hermanos diferentes, ya que en el concepto del Todo Universal tampoco cabe, ni geográfica ni psicológicamente, concepto alguno de superioridad.


¿Qué es superior, un sartén o una antena de televisión, si se trata de freír huevos, van a abogar decididamente por la sartén, pero si mi deseo es recibir el noticiero, una buena antena es lo más indicado. Así pues, la deducción es fácil, ni la sartén es superior a la antena; ni la antena es superior a la sartén, cada objeto sirve según el uso para el cual ha sido des tinado.

Sencillamente, la sartén y la antena son dos útiles artefactos uno diferente del otro; así mismo, el “bípedo humano” no puede considerarse ni inferior a los espaciales ni superior a los animales de su propia tierra.

¡Oigo gritos de filántropos conservadores! ¡A muerte ese Lucio blasfemo! “ es esto, nosotros los hombres iguales a los animales? Ese loco hablador de platillos a lo mejor hasta sería capaz de decir que los animales son superiores a nos otros.”

Hermanos, les pido humildemente perdón: la culpa no es mía si en la Tierra tanto se estima a este imprescindible concepto expresivo de superioridad e inferioridad. Prueben a levantar un tronco de un árbol y después me dirán si no es superior un elefante; prueben a buscar el rumbo en su embarcación sin instrumentos, en la noche sin estrellas y después me dirán si no es superior una paloma mensajera, y ¿por qué dejó que la pesada viga le tapiara cuando con el movimiento sísmico la casa se desmoronó a sus pies?, ¿por qué no hizo como su gato que desde la mañana había desaparecido, escondiéndose entre las raíces de la poderosa encina, al fondo del jardín?, ¿qué más hubiese pagado por poseer usted la evidente superioridad sensitiva del “gato Mustafá”?

Sin embargo, el elefante en su idioma le llama “amo” y busca el pienso y el amor que usted le va a brindar. . . sin embargo, la blanca paloma le agradece con su “currucucú” el palomar que usted le construyó cerca de su techo. . . sin embargo, Mustafá suele restregarse en sus tobillos antes, quizás, que todos los integrantes de la familia, cuando usted regresa en la noche de su diaria faena. Todos ellos le demuestran amor incondicional y jamás se les ocurrió mentalizar su superioridad.

Es cierto, hemos inventado grúas, brújulas, sismógrafos; pero quizás jamás hubiésemos podido construir la ciudad del Lago Titicaca. Y cuando por debajo del polo Artico, sumergido bajo los hielos, un Nautilus tuvo que buscar rumbo, muy poco sirvieron los instrumentos magnéticos en esta zona.

Hasta parece que se utilizaron a bordo cerebros telepáticos, allá donde la aguja giraba alocadamente, imitando (¿no es notorio el resultado?) las prerrogativas de un animal inferior como la paloma mensajera y en cuanto a las catástrofes ocurridas tras los movimientos telúricos, si actuaron los sismógrafos, es cierto; pero cuán evidente prueba de impotencia humana es la colaboración de estos instrumentos que se limitan a que las agujas se salgan de su vástago dejando grabado en una tira de papel el grito horripilante del terror humano, incapaz de prevenir como el gato “Mustafá” la tragedia frenética de la tierra exhausta por tanta humana incoherencia!


Así que aconsejo hacer un esfuerzo de humildad y dejar esta manía de quererlo juzgar todo como si supiéramos de verdad, lo que es bueno, lo que es malo, lo que es superior y lo que es inferior, Y eso no sólo psicológicamente, sino hasta desde el punto de vista de un sitio en el espacio, la definición de superior e inferior no tiene sentido.


SAO ME HA DICHO…
Coloquio Con Un Ser De Las Estrellas

FUNDACION SAO A.C.

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